Es mediodía en Pittsburgh -la ciudad con más puentes de Estados Unidos: 446- y el futuro está aquí. En el estacionamiento de las oficinas de Uber, en la ribera del río Allegheny, esperan seis vehículos autónomos para llevar de paseo a un grupo de periodistas latinoamericanos. Cada uno lleva a un chofer en el sitio del conductor, pero Justin nos advierte que él está solo como una especie de guía turístico, que en lo que se refiere al manejo es como un pasajero más.
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Presiona entonces el botón que pasa del modo manual al automático y se voltea para hablar con sus acompañantes -periodistas de Perú, Colombia, Ecuador y Argentina, hermanados por cierta ansiedad- mientras el auto se echa a andar.
En el panel se prende la luz direccional a la izquierda, el timón gira solo y salimos del estacionamiento. Vamos lentamente por calles estrechas -Justin explica que el auto va siempre ‘a la defensiva’, respetando señales de tránsito y límites de velocidad- pero nos aproximamos a una avenida. El semáforo nos pone luz roja y a menos de diez metros los autos nos cruzan rápidamente de izquierda a derecha. ¿Frenaremos? ¿Nos estamparemos contra ellos? ¿Ay, seguiremos muriendo?
Este es uno de los Volvo XC 90 autónomos, desarrollados por Uber con la marca sueca, elegida por su reconocido trabajo en temas de seguridad.
La colectividad latinoamericana a bordo se inquieta. El invitado peruano -endurecido en las lides del tráfico limeño- conserva la serenidad. Mansamente, nuestro auto se detiene antes del crucero peatonal. Espera la luz verde y reanuda su marcha.
Pasamos por un puente, entramos a una autopista y subimos a 80 km/h. Otra vez los demás como si estuvieran en una montaña rusa -no conocen, pues, las mieles del Óvalo Habich-, pero Justin apenas si ve hacia adelante y más bien nos explica en una tablet cómo la máquina reconoce todos los movimientos a su alrededor. Ya regresando al punto de partida, el auto se detiene ante la proximidad de un ciclista y vuelve a avanzar cuando se aleja. Llegamos sanos y salvos a nuestro destino tras unos 15 minutos por Pittsburgh. El triunfo de la tecnología es saludado con aplausos latinoamericanos.
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Tecnología para seguridad
Esta es la tercera generación de vehículos autónomos desarrollada por Uber, la primera en modelos Ford Fusion, las dos siguientes en Volvos XC 90. Ya tienen 200 de estos autos -prefieren no revelar su costo- rodando por las calles de San Francisco, Phoenix y Pittsburgh, que han completado más de un millón de millas y 30 mil viajes. En estas tres ciudades, un usuario de Uber puede pedir un servicio de taxi y le llega el Volvo autónomo. Por ahora, siempre con un chofer, pero como Justin, solo de back-up. Ya son de los lugares favoritos para tomarse selfies.
‘Estamos desarrollando esta tecnología por un tema de seguridad’, dice Noah Zych, jefe del Sistema de Seguridad en Uber. ‘Cada año más de 1,3 millones de personas mueren en todo el mundo en accidentes de tránsito, en su gran mayoría causados por errores humanos. Los vehículos autónomos pueden evitar esa tragedia’.
Estos autos totalmente computarizados llevan sobre su carrocería un laser que escanea permanentemente todo lo que sucede a su alrededor en 360º y tres dimensiones. Aparte, siete cámaras, sensores y una antena que provee por GPS su posición exacta. No se duermen, no se distraen, no se emborrachan. ¿Quién necesita un chofer?
Por: Luis Carlos Arias
Noticias de Actualidad, Entretenimiento y Deportes
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