Fuente: Mongabay Latam / Autor: Aria Danaparamita / Traducido por: Paula Mascheroni
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BUKIT LAWANG, Indonesia. Cerca de una docena de turistas extranjeros clamaron por un orangután y su pequeña cría. ‘¿Puedo tomarme un fotografía con ella?’, preguntó una mochilera vestida con una camiseta sin mangas. ‘Por supuesto’, respondió el guía local. En manos del orangután había un envoltorio plástico: tentempiés se intercambiaron por selfies.
Era en el segundo de mis tres días de excursión en Bukit Lawang, un pueblo en las afueras del Parque Nacional Monte Leuser en Indonesia. En la extensión de unas 2.6 millones de hectáreas a lo largo de las provincias de Aceh y Sumatra Septentrional, el amplio ecosistema de Leuser es hogar del rinoceronte de Sumatra (Dicerorhinus sumatrensis) y el tigre de Sumatra (Panthera tigris sumatrae), al igual que el orangután de Sumatra (Pongo abelii). Todas especies en peligro de extinción
Una investigación publicada el 2016 estima que quedan cerca de 14 600 orangutanes. Los sitios turísticos como Rough Guides publicitan Bukit Lawang como ‘unas de las mejores oportunidades del mundo para ver al orangután silvestre’. A los visitantes se les permite ingresar al parque nacional con un guía, y el crecimiento del turismo en las últimas décadas ha sido beneficioso para los habitantes de Bukit Lawang.
La mayoría de los lugareños trabajan como guías o en los hoteles y restaurantes laderos a las orillas del río Bohorok, que bordea la selva. El pueblo es el principal contribuyente a los ingresos públicos en el distrito, de acuerdo con una asociación de turismo local. Sin embargo, las excursiones por el bosque rápidamente evidenciaron que todo aquello tenía un precio.
La historia del turismo de Bukit Lawang comenzó con el Bohorok Orangutan Center. En 1973, dos suizos fundaron la instalación de rehabilitación para orangutanes a los que se había criado ilegalmente como mascotas. Desde entonces, ha liberado a más de 200 orangutanes a la vida silvestre. Visitantes curiosos los siguieron, al principio limitadamente. Los turistas se acercaban a observar a los orangutanes en plataformas de alimentación donde el número de personas estaba restringido de forma oficial. Entre 1989 y 1992, en Bukit Lawang se construyeron 29 casas de huéspedes y el turismo masivo no hizo más que crecer.
Ian Singleton, director del Sumatran Orangutan Conservation Program (Programa de Conservación de Orangutanes de Sumatra), describió este auge turístico de los 90: ‘Una cantidad extremadamente elevada de visitantes locales venía al pueblo todos los fines de semana y había un goteo constante de turistas extranjeros que viajaban por el sureste asiático en el recorrido mochilero y se quedaban durante periodos más largos’.
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‘El alcohol y las drogas abundaban e incluso una industria de ‘luces rojas’ se desarrolló en lo que era localmente conocido como Tailandia Kampong’, agregó.
El centro Bohorok ya no se consideraba apto para rehabilitar a los orangutanes. En 1995, el ministerio forestal publicó una directiva prohibiendo más puestas en libertad.
Sin un sitio alternativo, el centro continuó liberando a los orangutanes hasta el 2001 y las plataformas de alimentación recién cerraron este año. Durante este tiempo, los turistas siguieron llegando.
Llegué a Bukit Lawang acompañada luego de cuatro horas de viaje en una furgoneta desde Medan, la ciudad más grande de Sumatra. Partimos a nuestra excursión con Firman, un guía veterano, y su asistente. Con 20 años de experiencia trabajando en la selva, el conocimiento de Firman sobre el bosque es sin igual. Y es un crítico honesto sobre el estado actual del turismo en Bukit Lawang.
Cuando ingresamos al parque, nos señaló una gran pizarra que se insta leer a todos los excursionistas. ‘No alimentar a los orangutanes’, decía. Eso no evitó que muchos lo hicieran.
Habíamos estado observando un elegante siamang negro (Symphalangus syndactylus) columpiarse desde lo alto de los árboles cuando oímos la conmoción. En medio de la muchedumbre, los guías entregaban frutas y tentempiés a dos orangutanes. Nuestro guía nos echó una mirada de derrota. ‘Está muy mal, pero ¿qué podemos hacer? Aunque no le queramos dar comida, los otros guías se la dan. Así los están entrenado para recibirla’, dijo Firman y agregó que algunos orangutanes se habían vuelto hostiles a menos que se les aplacara con algo de comer.
Los conservacionistas de la fauna alertaron sobre la situación en Bukit Lawang. La directora Helen Buckland de la Sociedad para los Orangutanes de Sumatra lamenta la alimentación, el contacto cercano entre los humanos y los animales y el disturbio que provocan los turistas en la vida salvaje. Estas ‘malas prácticas’, dijo, ‘conllevaron a situaciones que amenazan la mismísima fauna por la que los visitantes viajan desde tan lejos para ver en su hábitat natural’. Sin embargo, cientos de turistas se deleitan de tales interacciones: Bukit Lawang sistemáticamente recibe un puntaje de 5 estrellas en sitios como TripAdvisor.
‘La excursión superó nuestras expectativas’, escribió un crítico en TripAdvisor. ‘¡Fabuloso!’. Otro crítico expresó: ‘Los orangutanes nacieron para ser comediantes. Los verás asaltar por dádivas’.
El encargado de la asociación de guías turísticos locales, Bahagia Putra, confiesa que el contacto flagrante con los orangutanes es alarmante, pero dice que su organización no puede hacer mucho más. ‘No hay una regulación específica, así que no podemos decir que están violando la ley, aunque siempre se lo recordemos’, expresó.
Mientras tanto, Bahagia dijo que los guías sienten que tienen las manos atadas. ‘No a todos los turistas que vienen les importa la biología o el medio ambiente. Algunos solo quieren ver a los orangutanes. Eso es todo’, dijo Bahagia. ‘Y debemos cumplir con nuestro trabajo’.
Sin embargo, el problema no son solo los turistas. Actualmente, hay cerca de 500 guías registrados en Bukit Lawang, según Bahagia. Solo alrededor de 35 están adecuadamente certificados, manifestó.
Nuestro guía, Firman, era parte de la antigua generación formada a través de un programa del gobierno y la asociación de guías. No obstante, para cientos de los nuevos guías, no existen formación ni evaluación formales. Simplemente se convierten en guías por ‘experiencia’, explicó Bahagia. Dijo que esto resultó de la necesidad en tanto la cantidad de los turistas seguía aumentando. ‘La vieja generación ya resiste menos, así que estamos creando una nueva’, expresó. Ahora, el bosque se deja de forma efectiva en manos de estos hombres jóvenes.
Los orangutanes continúan enfrentando la amenaza de extinción. En Bukit Lawang, los expertos hacen hincapié en los cambios drásticos que se deben tomar para salvaguardar a la frágil población. ‘Todos los orangutanes que hayan tenido un posible contacto con los orangutanes salvajes deberían ser aislados física y completamente de los visitantes para minimizar los riesgos de transmisión de enfermedades a la población silvestre’, escribió Singleton, del Programa de Conservación de Orangutanes de Sumatra.
‘Se recomienda encarecidamente comenzar a concentrarse en el turismo de otros bienes de Bukit Lawang que no sean los orangutanes, como los mismos bosques y otras especies, y comenzar a depender menos de los orangutanes anteriormente cautivos’.
Buckland, de Organización para los Orangutanes de Sumatra, agregó que, si se practica correctamente, el ecoturismo tiene el potencial para proteger a los orangutanes y a su hábitat. ‘Todavía son necesarios más entrenamiento y concientización para los guías y profesionales del turismo que dependen de la biodiversidad y la naturaleza; un mejor control de los actores y las prácticas turísticas por autoridades pertinentes; y una participación real y en común por parte de los turistas y agentes de viaje’, expresó.
Luego de regresar al pueblo al final de nuestra excursión, Firman coincidió con que a pesar de que el turismo ha ayudado a la comunidad, el bosque y sus orangutanes han sufrido. ‘Hoy en día Bukit Lawang ya no es apto para las visitas desde una perspectiva conservacionista’, manifestó.
Quiere comenzar una nueva iniciativa de ecoturismo lejos de los orangutanes, con excursiones centradas en aprender sobre la biodiversidad del bosque. Sin embargo, mientras los orangutanes continúen generando ingresos, no está seguro de que la situación pueda cambiar. ‘La comunidad local ahora venera el dinero, entonces hará lo que lo que sea que los turistas deseen’, dijo Firman. ‘Aunque viole las normas de conservación’.
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