¿Cómo así decides hacer un alto en tu carrera en CNN y dedicarte de lleno a los libros, el coaching y las conferencias?
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Nunca imaginé que iba a convertirme en escritor y menos en conferencista, estratega o coach de vida. Y, aunque no lo creas, fue en el Perú donde comenzó mi nueva carrera. Cuando aún era presentador de CNN, una ONG, allá por el 2012, me llamó para hablarle a jóvenes de Lima de escasos recursos, algunos expuestos a mucha violencia. Y, bueno, preparé la conferencia, la hice y vi cómo los jóvenes abrían los ojos con esperanza e inspiración. Eso fue sembrando un interés en mí que decantó en mi primer libro, El poder de escuchar. Justamente, ahí mencionas la importancia de cultivar la espiritualidad… El poder de escuchar fue un libro catártico, con el que me di cuenta de que no podemos tratar de escuchar a nadie y ser empáticos si no tenemos una buena relación con nuestra propia historia. Y eso no lo vamos a lograr si no aprendemos a dialogar con nuestras voces internas, si no estamos en paz con nosotros mismos. A mí me tocó aprenderlo mientras escribía el libro. Hubo muchas lágrimas. Aprendí a ver muchos pasajes de mi historia ya no desde la perspectiva victimizada del ‘¿por qué a mí?’, sino desde el ‘¿para qué a mí?’. Ahora, mi visión y misión en la vida es ayudar a la gente a escucharse mejor, a dialogar con sus yo internos desde una perspectiva no victimizada.
¿Cuál es la peor consecuencia de la victimización?
Creo que muchas veces, y eso lo he sentido en mi propia historia, uno se ahoga en las circunstancias y no se responsabiliza ni toma acción para conseguir el cambio que quiere en su familia o país. No entendemos que el cambio del mundo comienza en nosotros. Estamos tan enfocados en lo exterior que nos cuesta trabajo dejar de echarle la culpa a los otros por lo que nos pasa. Sí, nuestro entorno determina en cierta medida cómo nos sentimos, pero está en nosotros empoderarnos y fiscalizar nuestras actitudes ante la vida. Quizá no podamos cambiar las circunstancias, pero sí la actitud con la que vivimos.
¿Qué impulsó el cambio en ti?
El cambio llegó por desesperación. Vengo de una familia con un historial de suicidios y esquizofrenia, pero llegó un día en el que me dije a mí mismo que todo eso no podía ser karma. La esquizofrenia, como se sabe, es una enfermedad hereditaria; sabía que no podía cambiar lo que heredé, pero no quería terminar así. Hubo un momento, como a los 15 años, que le dije a mi mamá que ya no quería ir más al psiquiatra, ya no quería más pastillas. Entonces, comencé a cambiar los hábitos que entrenan mis patrones de pensamiento, conducta y de emociones. Comencé a construir las herramientas que tengo ahora, comencé a adueñarme de mi propia historia para crear un mejor final. Empecé a escuchar música alegre, ir al cine, a tomar caminatas, a nadar. Comencé a construir mi círculo virtuoso. No quería vivir en modo piñata, de supervivencia, colgado de una soga. Quería vivir como un líder, y para eso comencé a darme cuenta de que tengo fuerza de voluntad y libre albedrío para crear un entorno positivo.
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Es como un entrenamiento emocional…
Exacto. Y es tan importante que determina el grado de felicidad de las personas. La felicidad se construye y requiere disciplina. Hay que entrenar; pero, lamentablemente, la inteligencia emocional es una asignatura pendiente en muchas personas.
A partir de este lunes 30 de enero, comenzarás a escribir una columna para Publimetro, ¿qué encontrarán nuestros lectores en ella?
Van a encontrar un oasis de bienestar, liderazgo y despertar de conciencia. A veces, van a ser consejos de vida; en otras verán comentarios de estudios de prestigiosas universidades. Pero siempre tendrán la intención de brindar herramientas para escalar en nuestras vidas, ser más felices, plenos y más productivos.
Vamos a hablar de lo que nos hace mejores seres humanos para empezar a ser una mejor sociedad.