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Jorge Sánchez Herrera – Nómena ArquitecturaArquitecto/Urbanistajorge@nomena-arquitectos.com
Aldo Mariátegui dedica su columna del 28/10 en Perú 21 a despotricar contra la actual gestión municipal de San Isidro, y de yapa, contra todo aquel que aspira a una ciudad mejor. “(…) (Manuel Velarde) cree que está en Holanda y que todos los sanisidrinos somos hipsters que vamos a movernos en bicicletas ‘retros’ con bufandas (…), comer como veganos en ferias o como neoyorquinos misios en ‘foodtrucks’ (…) y ser inmunes al crimen que asola Lima”. A ver, vamos por partes.
¿Cuál sería el problema de fomentar el uso de la bicicleta en la ciudad? ¿No queremos todos menos tráfico y smog en las calles? Cualquiera de las principales ciudades del mundo y Latinoamérica trabajan para tener una red de ciclovías que permitan aligerar el uso de los sistemas de transporte público, reducir el uso del auto y promover un estilo de vida más saludable. En ellas incluso, algunas empresas han comenzado a dar incentivos a los empleados que usan la bicicleta para ir a trabajar.
En esas mismas ciudades es muy común que las calles se ocupen algún día a la semana con ferias de comida, puestos de venta de flores, antigüedades, etc. Eso forma parte de su atractivo porque fomenta la diversidad, el uso del espacio público, la vida en comunidad y el comercio local. Sus autoridades no tienen un razonamiento lineal-primario tipo ‘inseguridad ciudadana – ejército en las calles’, sino que utilizan estas estrategias (fomentar el uso de la calle y reforzar las comunidades) también como una forma de hacer los barrios más seguros. Pero esto la gente como Aldo lo sabe, porque conocen estas ciudades. Entonces, ¿por qué se burlan?
‘(…) todo sustentado en una filosofía villaranoide de arquitectos pulpines que más parecen poetas románticos que expertos prácticos’. No pues, si algo podemos rescatar de la gestión anterior es precisamente su filosofía, que incluía una visión de ciudad que tenía en la reforma del transporte, la cultura y la generación de espacios públicos a sus principales ejes. Y algo de romanticismo e idealismo hay que tener para cambiar una ciudad como Lima, cómo no; pero me consta que muchos de los arquitectos y urbanistas que desde hace algunos años han entrado a trabajar al Estado no son unos improvisados, sino que han sido formados en algunas de las mejores escuelas de arquitectura y urbanismo del mundo. Además, muchos vienen de haber trabajado años en el Plan Metropolitano de desarrollo urbano – PLAM 2035, ese que la gestión actual tiró al tacho ni bien ingresó al despacho.
‘Ahora la última es oponerse a que se construyan by-passes en las avenidas Salaverry; Javier Prado y Arequipa. ¿Este señor se mueve en helicóptero? ¿Nunca se ha quedado atracado en Arequipa/Aramburú, Arequipa/Angamos, Salaverry/Pershing, (…)?’. Claro, por eso era tan importante implementar la reforma del transporte que discretamente se ha ido desmantelando. Y por eso es fundamental promover sistemas de transporte alternativos al auto particular, para que no te quedes atracado en el tráfico. Además, como ya lo saben estas otras ciudades y ha quedado en evidencia con el fiasco de 28 de Julio, los by-passes urbanos no resuelven los atascos, solo trasladan el cuello de botella a la siguiente intersección. Y en lo que menos piensan las ciudades hoy es en perpetuos pasos a desnivel que resulten en autopistas urbanas.
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No termino de entender si la gente que promueve este discursete (insinuar que, como el Perú no es Holanda u otro país desarrollado, estamos condenados al caos), está solamente desinformada o es también mala leche. En todo caso son irresponsables y también egoístas con nosotros —los pulpines románticos- que, a diferencia suya, aún tenemos toda una vida por delante en esta ciudad.