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La casa magia: Se inauguró el albergue para niños con cáncer

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El pasado viernes 30 de setiembre fue la presentación en sociedad de la Casa Magia – en la sexta cuadra del jirón San Agustín, Surquillo -, albergue para niños con cáncer de escasos recursos que vienen de provincias a Lima para seguir tratamiento en el Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas (INEN).

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Es un edificio de cuatro pisos – 640 metros cuadrados- levantado en menos de un año a punta de la dedicación y cariño de las cerca de 150 voluntarias de la Asociación Magia, que no se cansaron de trabajar, buscar fondos y tocar puertas hasta hacerlo realidad: 26 habitaciones dobles para cada niño y un acompañante, áreas de entretenimiento y apoyo psicológico, comedor, capilla y otras instalaciones, listas ya para acoger gratuitamente a sus primeros huéspedes.

¿Cómo funcionará? Los médicos del INEN derivarán a la Casa Magia a los niños de provincias que cada cierto tiempo necesiten alojamiento en Lima. Magia pagará sus pasajes y todos los gastos que implique su estadía. La idea es recibir a los niños rotativamente con todas las atenciones cubiertas, cada vez que vengan a la capital, hasta completar el tratamiento que les salve la vida. Ya las voluntarias de Magia tienen 30 años de experiencia haciendo este trabajo, pero ahora lo harán con casa propia.

Por eso, tan emocionadas las voluntarias enseñando a los visitantes la Casa Magia, construida con esa elegancia precisa que otorgan la funcionalidad y la sencillez. ‘Esta es la concreción de un sueño y el inicio de una nueva etapa en la que esperamos poder estar mucho más cerca de los niños con cáncer’, dice Luisa Graña de Belmont, presidenta del Consejo Directivo de Magia.

Martha Castillo de González es una de las voluntarias más entusiastas. Sube las escaleras y muestra cada uno de los cuartos, las mesitas para los niños, el área de juegos. ‘Esta es la cuna que han usado mis nietos’, cuenta en una de las habitaciones habilitadas para recibir a los niños de menor edad. Le da la luz de la ventana. Tiene sus sábanas limpias, una colcha abrigadora y un conejo de peluche. Así atenderán las voluntarias a los niños que lleguen a la Casa Magia. Como si fueran sus propios hijos, sus propios nietos.

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Gracias a todos los que colaboraron con la Reciclatón.

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