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En los ornamentados jardines del parque Mellat de Teherán, un adolescente, absorto en su teléfono, se detiene abruptamente delante de un hombre que está sentado en un banco con su mujer y su hija pequeña. Ambas están cubiertas de la cabeza a los pies con el chador negro tradicional.
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La familia suspende su charla y se queda mirando al chico, que parece estarlos apuntando con su teléfono. Después, sigue su camino, completamente distraído. Su mente está en el juego virtual Pokémon.
En Irán, los grandes portales de internet y redes sociales como Facebook y Twitter están bloqueados.
Las autoridades prohibieron Pokémon Go pocos días después de que fuera lanzado a principios de julio, esgrimiendo razones de seguridad nacional, ya que el juego utiliza lugares reales usando el GPS de los teléfonos de los usuarios.
“Debido a que el juego tiene una mezcla de virtual y físico, puede generar muchos problemas para el país y para la gente, en términos de seguridad”, explicó el viernes el fiscal general adjunto Abdulsamad Joram Abadi, en declaraciones a la agencia de noticias Tasnim.
El funcionario confirmó que el Alto Consejo para el Ciberespacio decidió unánimemente bloquear Pokémon Go.
“Este tipo de juego se puede convertir en un medio para dirigir misiles guiados e incluso para causar perturbaciones a las ambulancias y a los camiones de bomberos”, indicó a la agencia Tasnim el experto Alireza al Davoud, que agregó que teme que desarrolladores en Estados Unidos utilicen la plataforma para espiar a Irán.
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Eludiendo la censura
Pero el bloqueo no ha logrado detener a los determinados jugadores que salen a las calles a cazar pokémones.
Los jóvenes iraníes suelen recurrir a sistemas “VPN”, que simulan otra ubicación geográfica para usar sus teléfonos y ordenadores.
La mayoría de las tiendas ofrecen sistemas VPN listos para usar, que usan como señuelo publicitario los logos de portales como Facebook y YouTube.
Pero, raramente, las autoridades persiguen estos comportamientos y prefieren concentrarse en desincentivar el acceso a los sitios extranjeros, más que en reforzar rígidamente la censura.
El mayor problema para los aficionados de Pokémon Go es la falta de puntos de abastecimientos virtuales y de encuentro para interaccionar en línea con otros jugadores.
El parque Mellat es un punto relativamente popular para jugar, con una “pokeparada”, un punto de abastecimiento, y dos “gimnasios”, donde se enfrentan los participantes. Hace pocos días, se congregaron 30 jugadores, la mayoría de ellos quinceañeros.
“Esto muestra los pocos datos que hay sobre Irán en internet”, señaló Shayan, de 15 años, quejándose de la falta de personajes del juego en Teherán.
El sistema de Pokémon Go asigna automáticamente criaturas en el mapa y las zonas de juego basándose en los mapas existentes, que básicamente están limitados a la capital iraní.
Alguna gente ha viajado desde la localidad de Karaj, a 30 kilómetros al oeste de Teherán para venir a jugar aquí, señaló Shayan.
El denso tráfico de Teherán es otro de los obstáculos que enfrentan los participantes.
“Anoche, un grupo de siete estuvimos atascados en el tráfico durante una hora intentando ir (…) a tres gimnasios”, contó riendo Hosein, un joven de 26 años.
Aunque las reuniones mixtas de jóvenes no están vistas con buenos ojos por las autoridades conservadoras iraníes, la cita en el parque de Mellat no llama mucho la atención porque todos los participantes están pegados a su teléfono.
Una familia se dio cuenta de lo que ocurría y se paró a preguntarle a los jóvenes cómo funcionaba el juego.
“Mire lo genial que es”, afirmó Shireen, acompañada de su marido y de su hijo de cuatro años.
“Me gusta mucho porque uno tiene que moverse. Voy a dejar que juegue mi hijo, pero solo después de que cumpla 15”, dijo riendo.
Al igual que en otros países, la popularidad del juego recae en el hecho de que saca a la gente de sus casas y los lleva al mundo real.
“Después de una jornada de trabajo, nunca hubiera salido si no fuera por este juego”, contó Siavash, que asegura que perdió cuatro kilos en las dos primeras semanas después de empezar a jugar.