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El peligroso viaje de una cubana para llegar a EEUU

Mohamud Warfa Hirsi sonríe y los ojos le brillan a pesar del cansancio. Acaba de llegar a Turbo, el caribeño puerto de Colombia que lo acerca cada vez más a su sueño de una vida mejor en Estados Unidos.

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“Quiero llegar a Centroamérica, mis amigos me dicen que hay mucho trabajo allí, pero mi destino final es Estados Unidos”, dice a la AFP este somalí de 27 años, que como miles de migrantes de Haití, Cuba, África y Asia en los últimos meses, pasa por el Golfo de Urabá en su ruta hacia el norte.

Mohamud viajó a Turbo como muchos conocidos de Dadaab (este de Kenia), el campo de refugiados más grande del mundo, donde creció entre la mayoría de somalíes que huyen de la guerra civil que desangra a ese país desde hace dos décadas.

Se despidió de su familia el 3 de marzo. Fue a Etiopía y de ahí voló a Brasil, donde trabajó antes de iniciar el periplo colombiano. “Mi viaje fue muy duro. (De Colombia) me deportaron tres veces”, afirma, excusándose de dar detalles porque es “muy doloroso”.

Al igual que Mohamud, que “si Dios quiere” será médico algún día, Jean-Baptiste Geraldo dejó su natal Cabo Haitiano por Sao Paulo, y luego decidió irse también de allí porque “la situación estaba muy difícil”. A los 27 años confía en llegar a Estados Unidos, como todos los que atraviesan Colombia tras ingresar principalmente por Ecuador y Venezuela, pero también por la Amazonía.

“Quiero ir a un país donde haya oportunidades”, señala en uno de los 20 hospedajes de Turbo, la ciudad que más migrantes de paso concentra en Colombia, especialmente después de que en los últimos meses Panamá, Costa Rica y Nicaragua reforzaron sus controles fronterizos.

Según Migración Colombia, entre el 1 de mayo y el 16 de junio, 1.107 migrantes irregulares fueron detectados en Turbo y Capurganá, una playa próxima a Panamá. De estos, 50% son de Haití y 15% de Cuba. El resto se reparte entre africanos (26%) y asiáticos (9%).

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“Pagan en dólares”

Ingrida Córdoba, recepcionista de un hotel que ha recibido hasta 30 extranjeros diarios, es testigo de un fenómeno que beneficia a Turbo. Este puerto de 163.000 habitantes es epicentro de la producción bananera en Colombia, pero también del narcotráfico y del lucrativo tráfico de personas, un negocio que según la ONU generó en 2009 unos 6.600 millones de dólares por el tráfico de unos tres millones de migrantes de Latinoamérica a Norteamérica.

“Prácticamente estamos siempre llenos con ellos. Y pagan en dólares”, cuenta a la AFP, mientras muestra en su celular la foto que un huésped congoleño le mandó cuando finalmente llegó a Miami.

Una decena de haitianos había partido esa mañana en lancha a Capurganá. Desde allí, muchos migrantes irregulares no tienen más opción que meterse en la tupida selva del Darién, a merced de los “coyotes” que los guían y de los narcotraficantes que controlan la zona, y a riesgo de padecer enfermedades, hambre y sed.

Aliex Artiles, un ingeniero informático de Cienfuegos (Cuba), ya atravesó el Tapón del Darién en 2010, en su primer intento por pisar suelo estadounidense y acogerse a la Ley de Ajuste Cubano, que garantiza la permanencia a los cubanos que arriben a Estados Unidos.

Pero en México lo regresaron a Cuba. El 1 de mayo pasado volvió a probar suerte, pero esta vez tomó un avión de La Habana a Puerto España (Trinidad y Tobago), cruzó en ferry a Venezuela e ingresó a Colombia por las trochas fronterizas.

Desde mediados de mayo, Aliex, de 33 años, es uno de los cientos de cubanos varados en Turbo. “Primero estábamos en la plaza, éramos más de 60, hasta que una persona nos prestó esta bodega. Ahora somos más de 500, con tres embarazadas y varios niños. Y todos los días llegan más”, relata, mientras sus compatriotas se afeitan y lavan los dientes bajo un sol abrasador.

“Que nos dejen seguir”

En el muelle detrás de la bodega, mujeres hacen fila frente a dos lavarropas donados. Un niño llora, otros corretean dentro sobre los colochones salpicados de ventiladores.

“Solo queremos que nos dejen seguir de manera segura. Todos cumplimos los requisitos de la Ley de Ajuste Cubano. Siento que no tenemos respuesta porque Cuba es anfitriona de los diálogos de paz con las FARC”, agrega, sobre las avanzadas negociaciones del gobierno colombiano con esa guerrilla.

Para Christian Krüger, director de Migración Colombia, “es imposible” acceder a la petición de los cubanos. “Al permitirles que salgan a otro territorio estaríamos formalizando una situación irregular (… y) coadyuvando al delito de tráfico de migrantes”, dijo en declaraciones entregadas a la AFP.

El hacinamiento en la bodega, donde dos hombres ya fueron hospitalizados con malaria, preocupa a William González, defensor del Pueblo de Urabá. “La situación es dramática”, señaló.

Emélides Muñoz, secretario de gobierno de Turbo, teme que el problema de la migración irregular se desborde. “El fenómeno viene de 2006, pero se disparó desde fines del año pasado”, aseguró. El último balance oficial señala que en la zona se detuvieron 107 migrantes irregulares en 2012, en comparación con 2.942 en 2015 y 4.204 en lo que va de 2016.

En su lucha contra el narcotráfico en el Caribe, el comandante de la Fuerza de Tareas Neptuno, con base en Turbo, señala el rescate de migrantes en embarcaciones para 20 personas que llevaban hasta 40, sin salvavidas y con olas de más de cuatro metros de altura.

“Ha habido volteo de lanchas, ahogamientos y hasta desapariciones de estas personas en el mar”, dijo el brigadier general Adolfo Enrique Martínez.

En el cementerio de Turbo, hay 15 bóvedas de Cuerpos No Identificados (CNI): 13 de 2013 y dos del 23 de enero pasado. “Los recogen en aguas del Golfo, pero no se sabe la muerte de ellos. Llegan descompuestos y aquí quedan, sin plazo”, apunta Evelio Cortez, el sepulturero.

Fuente: AFP

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