VERÓNICA KLINGENBERGER
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Denuncia nomás que nada pasa. Me sorprende que nos sorprenda que César Acuña haya sido capaz de copiar páginas enteras en su tesis doctoral (y ahora parece que también plagió su tesis de maestría en la Universidad de Lima ), cuando el mismo candidato -ese que se jacta de no leer ni escribir y de ser el nuevo representante del emprendedurismo nacional- tiene denuncias por embarazar a una menor de edad, alumna de su academia, denuncias de violencia doméstica y denuncias por lavado de activos. Cuando hay plata como cancha, la justicia tarda más en llegar.
Cómo es una raza distinta. ¿Qué quiere decir Acuña con esa frase y por qué hasta el momento nadie ha reparado en ella? No quiero ser malpensada pero me resulta inquietante. Quizás algún buen periodista pueda hacerle llegar mi curiosidad, me gustaría escuchar su respuesta.
Nos gusta la pendejada porque es lo único que conocemos. ¿Que tan cierto es eso de que los peruanos queremos que nos gobierne un pendejo, alguien que robe pero que haga obra? Me cuesta creerme el cuento y cuando me lo creo intento convencerme de que esa horrible verdad no puede durar tantos años. La única certeza que tengo es que políticos como Acuña o Castañeda son los herederos perfectos de García y Fujimori . El dinero como medio y fin disfrazado de modelo de esfuerzo, éxito y humildad, con muchas cucharadas de populismo. Ambos comparten también ese desprecio a la cultura, aún cuando el primero haya hecho su fortuna vendiendo educación. No se olviden de que Alan también se autodenominó ‘doctor’ ni de que Fujimori leía discursos plagiados en foros internacionales. Todo, claro, con la venia de Dios y el cardenal.
Reviéntate Nano. ¿De donde sacan sus ideas de campaña los candidatos? Nano Guerra García parece realmente duro cada vez que lo veo en acción. Y no me refiero a eso que seguramente él quiere proyectar (firmeza, autoridad). Nano, relax. De repente te cae bien nadar un par de horas al día.
Derechos reproductivos y unión civil. Excepto Verónica Mendoza y Alfredo Barnechea (aunque solo la primera incluya el tema en su plan de gobierno), los candidatos a la presidencia del Perú dan vergüenza ajena cuando opinan sobre dos de los temas más importantes en la agenda de los derechos humanos. Y lo que más molesta es que lo que dicen vaya en contra de sus verdaderas convicciones, solo porque sus asesores de comunicación y campaña les aseguren que para llegar ‘al pueblo’ (siguen hablando así) hay que decir lo que la gente quiere oir. A esos tontuelos habría que recordarles que el 51% de peruanos se mostró en contra de que el proyecto de unión civil se archive en el Congreso. Ya pues hijitos, pónganse los pantalones. No van a perder su ‘hombría’ porque empiecen a pensar como personas verdaderamente educadas.
Barnechévere. Un oasis entre tanto impresentable es Alfredo Barnechea . Aunque parezca recién bajado del yate, si dejas los prejuicios de izquierdoso-odio-a-los-pitucos, verás tres cosas en él que no hay en ningún otro candidato: 1) un profundo conocimiento de la historia de nuestro país y por lo tanto de su verdadera capacidad como nación. 2) Una gran capacidad para transmitir sus ideas sin despeinarse (excepto cuando lanza términos en inglés). Y 3) Una destreza inigualable para cerrarle el pico a Althaus y, de paso, poner nerviosos a grandes empresarios. Aunque un entendido cercano me asegure que es ‘impossible’, ojalá que Barnechea gane nuevos seguidores, al menos para darle un poco de altura al debate. De todas formas, nada está dicho en la tierra del Señor de Locumba.