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Jorge Sánchez HerreraNómena Arquitectura – Arquitecto/urbanista
No vivo ni trabajo en San Isidro, pero muchas de las cosas que plantea la gestión del alcalde Manuel Velarde me gustan mucho. Desde los conciertos, ferias y cines callejeros, hasta los comunicados aclarando a vecinos confundidos, que no entienden el espíritu de espacios públicos como el Parque El Olivar. Hay una intención de recuperar la idea de que la calle y los parques son para que los usemos todos.
Recientemente, se han anunciado otras intenciones, como la de incentivar el uso del retiro para restaurantes y negocios similares, en un afán por difuminar el límite entre lo público (la calle) y lo privado (los edificios).
Siguiendo esta idea, propone la posibilidad de construir más altura a cambio de la cesión de espacio de uso público en los primeros pisos, como un atrio, por ejemplo. Y está la reducción en la exigencia de estacionamientos dentro de la zona financiera para desincentivar el uso del auto. Todas son moneda corriente en las principales ciudades del mundo, aunque en Lima parezcan vanguardia pura. Pero aquí lo más importante: también se plantea ‘flexibilizar’ (habrá que ver qué tanto se flexibiliza) el área mínima de departamentos, así como la cantidad de departamentos de un dormitorio permitidos por edificio. Un cambio que puede revertir una de las principales taras en el crecimiento de la ciudad.
Me explico: hoy San Isidro , así como muchos distritos, está divido en zonas donde se establecen las áreas mínimas para departamentos de entre uno y tres dormitorios. Por ejemplo, el área mínima para un departamento de un dormitorio cerca a Camino Real es de 100 m2 y para uno de tres dormitorios es de 200 m2 . Es decir, si un soltero o una pareja joven quisieran comprarse un departamento de un dormitorio para estar cerca de su trabajo, necesitarían alrededor de 300 mil dólares, y una familia algo más de 600 mil. Y si, a pesar de ello, algún chiflado inversionista quisiera hacer un edificio exclusivamente para estos solteros o parejas, pues encuentra lógico que quieran vivir en el centro del distrito, no podría, pues hoy la cantidad de departamentos de un dormitorio está limitada a un máximo del 20% del total de unidades del edificio. De locos, ¿no?
Para ponerlo en un contexto mayor: Nueva York ha planteado reducir el área mínima a 33 m2 . En Barcelona es de 36 m2 . En Londres, un departamento de un dormitorio puede tener desde 37 m2 y uno de tres desde 74 m2 . Estas y muchísimas otras ciudades entienden que lo importante no es el tamaño del departamento, sino que una significativa concentración de servicios en los barrios haga innecesarios los grandes desplazamientos de la población
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Y como esta concentración encarece el suelo, las áreas de los departamentos deben reducirse. De otra forma, la vivienda sería pagable solo por unos cuantos -mayores- ciudadanos de mucho dinero, generando una ciudad segregada socioeconómicamente. Además, estas ciudades también entienden que la familia ya no constituye el paradigma de la sociedad y que cada vez son más aquellos que permanecen solteros, sin hijos o simplemente eligen vivir bajo una convivencia distinta. ¿Por qué limitar la cantidad de departamentos de un dormitorio entonces?
La respuesta que recibirán es que no se quiere aumentar la densidad (habitante por hectárea) del distrito (¡cuando es precisamente la alta densidad lo que hace sostenible la concentración de servicios!). Afirmación que además es relativa, pues en un departamento de 180 m2 podrían vivir incluso más personas que en tres de 60 m2 . Pero la triste realidad es que las normas actuales reflejan la visión segregada que tenemos de nuestra sociedad. En buen romance: tenemos una forma discriminatoria de hacer ciudad
Por eso, lo de Velarde es necesario y sobre todo valiente. Supongo que muchos le caerán encima, pero espero que pueda seguir aclarando a vecinos confundidos.