Raphael solo tiene dos años, pero hoy está en uno de los mejores centros de investigación de Francia. Aquí protagonizará un experimento en Babylab, donde los científicos intentan entender el funcionamiento del cerebro de los bebés. El experimento dura apenas 4 minutos, ya que la atención de un bebé es limitada.
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“Le enseñamos una palabra, va a ver un nuevo oso de peluche, al que llamaremos un ‘caído’, por ejemplo, y entonces le enseñaremos dos imágenes en la pantalla. Una será este oso y la otra un objeto diferente, y le vamos a preguntar donde está el ‘caído’. Lo que vamos a ver es dónde mira cuando le hacemos esta pregunta”, señala Isabelle Dautriche, investigadora en Babylab.
Esta pegatina en la frente de Raphael ayuda a los científicos a seguir su mirada. 1.500 bebés son observados aquí cada año. Este tipo de experimentos han revelado, por ejemplo, que un niño de 18 meses es capaz de distinguir un nombre de un verbo. Estas investigaciones son relativamente nuevas.
“Desde los años ’60, nos hemos dado cuenta, por ejemplo, de que, en términos de lenguaje, los seres humanos tienen un mecanismo especializado que sirve solo para el aprendizaje. Solo los humanos tienen este mecanismo, por eso no puedes enseñar a un chimpancé a hablar y por eso estudiamos a los bebés humanos”, señala Anne Christophe, directora del Laboratorio de Ciencias Cognitivas en ENS.
Este mecanismo de aprendizaje también nos da la habilidad de aprender idiomas desde una edad temprana.
Esta agencia de cuidado de niños, que ofrece clases de idiomas incluso a recién nacidos, tiene mucha demanda de ‘baby-sitters’ extranjeros.
“Está científicamente probado que la habilidad para percibir sonidos empieza a declinar cuando un niño alcanza los 10 o 12 meses. Eso no significa que para un niño de un año sea tarde para aprender… Pero muestra que todo lo que hacemos en nuestra infancia es muy interesante, porque nuestro oído es muy sensible a sonidos extranjeros”, cuenta Caroline Benoit-Levy, fundadora de Babylangues.
Raphael ha completado su experimento científico y ya se puede ir a casa. Con un diploma de la Escuela Normal Superior, nada menos. No está mal para tener dos años…