Nunca antes la humanidad llegó tan lejos. La New Horizons, una sonda de sobrevuelo, viajó nueve años antes de enviarnos una fotografía del planeta más lejano del Sistema Solar. En ella, una pelota de color cobre flota silenciosa sobre una inmensidad negrísima a 5 mil millones de kilómetros de nuestra casa, la Tierra. No nos importó que tenga fama de ser más helado que un témpano (su temperatura máxima llega a los -218 °C), los humanos, siempre emotivos y noveleros, distinguimos de inmediato la silueta de un corazón en la primera imagen que tuvimos de su superficie. Otros más ingeniosos detectaron el contorno de Snoopy o, más acertados aún, del perro Pluto. Ya hay memes que bromean con el tema: ‘para qué necesitas ver a Cristo en una tostada cuando puedes ver a Pluto en Plutón’. Y tienen razón.
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La foto ha tardado cuatro horas en llegar a la Tierra, y eso que viajó a la velocidad de la luz. Un amigo la posteó en Instagram con admirable rapidez y buen tino y por algún motivo me pareció todavía más increíble. La misión New Horizons, que se lanzó en enero del 2006 y llegó a Júpiter un año después, tiene como objetivo explorar Plutón, sus satélites y el llamado Cinturón de Kuiper, un conjunto de cometas que orbitan alrededor del sol y que pueden llegar a medir hasta 1.000 kilómetros de diámetro. Ayer, Alan Stern, investigador principal del proyecto, confirmó que la sonda está en buen estado, que se comunica sin problemas, y que ya se encuentra a más de un millón de millas de distancia de Plutón. Así empieza el largo regreso a casa, no sin antes echar un vistazo de cerca al cinturón ese.
Dos cosas han sorprendido mucho a los científicos y de paso a la horda de zoquetes que nos empinamos detrás con ganas de saber más. Primero, que Plutón no tiene cráteres producidos por el impacto de asteroides, lo que significaría que es un planeta joven, con una superficie de menos de 100 millones de años, y por lo tanto, podría estar activo aún. Y segundo, que junto al corazón del enano se han detectado montañas de agua helada, algunas comparables a las terrestres. Quién sabe, quizás algún día Plutón sea el único capaz de saciar nuestra sed.
Nadie lo imaginó cuando fue descubierto en 1930, cuando creíamos que solo existía un universo y que nuestro sistema planetario era el único. Menos aún cuando en el 2006 la Unión Astronómica Internacional le dio de baja y dejaron de considerarlo el noveno planeta del Sistema Solar. Aún así, a pesar de todos los golpes que le dimos, Plutón siempre fue un planeta querido para los mortales promedio, quizás porque era el más pequeño o porque estaba tan lejos que generaba nostalgia. Hoy sabemos que es el mayor de una gran familia de pequeños cuerpos helados que orbitan en torno al sol y que tiene buena pinta, como una Estrella de la Muerte antes de que la chancaran.
Ni Stephen Hawking puede ocultar su emoción. A través de su cuenta de Facebook, el científico lanzó un mensaje a todos sus seguidores: ‘Exploramos porque somos humanos y queremos saber. Espero que Plutón nos ayude en ese viaje. Estaré observando de cerca y espero que ustedes también’. A hacerle caso. Nunca antes tuvo tanto sentido el motto del gran Buzzlight Year en Toy Story: al infinito y más allá, terrícolas.