Antes condenados a trabajar en las calles de Bangkok , estos elefantes disfrutan ahora de una vida tranquila en el norte de Tailandia . Cada día, tras su baño matinal, toman con apetito su comida gourmet de bananas, sal, arroz y, lo que es más importante, granos de café. Estos granos se convertirán después en un producto único y exclusivo de una marca de café . El canadiense Blake Dinkin es el ideólogo de esta receta, única en el mundo.
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“Están digiriendo y fermentando el café, algo así como las uvas en una cuba para hacer vino. El resultado es un café con notas de chocolate, malta y algo de hierba, muy delicado, casi como el té”, dice Blake Dinkin, fundador del café Black Ivory.
El paso por el tracto digestivo de los animales elimina la amargura de los granos. Después, son recogidos, lavados y secados al sol. La compañía trabaja directamente con los cuidadores, conocidos como ‘mahouts’, y cede parte de las ganancias a la organización benéfica que suministra los elefantes.
“Proporcionamos los elefantes gratis. Lo que hace es aportar ingresos para los ‘mahouts’ y para sus esposas, la gente que realmente produce el café, alimenta a los elefantes y recoge los granos”, cuenta John Roberts, director Fundación de Elefantes del Triángulo Dorado.
Para producir un kilo de café, hacen falta 33 de granos. Como valor añadido, este hotel prepara la bebida en una máquina de café francesa del siglo XIX. La historia y la procedencia únicas de esta bebida, así como su sabor, parecen gustar a los perspicaces amantes de la cafeína.
El café tiene su precio: 66 dólares por tan solo 35 gramos, suficiente para cinco expresos. Hasta ahora, solo está disponible en lujosos hoteles de toda Asia, pero está previsto que pronto se venda también en Europa. Y el dinero que genere ayudará a garantizar un futuro aún más brillante para los elefantes que ayudan a producirlo.