Por Verónica Klingenberger
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1. El Camp Nou esperaba el regreso de Pep Guardiola con un mensaje para el mundo entero: We Are Ready. Las tribunas, copadas de hinchas catalanes, enfrentaban así uno de los partidos más esperados de la temporada, esa especie de falsa final de la Champions: El Barza recibía en casa al Bayern Munich en la primera tanda de las semis. Guardiola no había vuelto al estadio que lo convirtió en uno de los mejores entrenadores del mundo desde el 2012. Eso sí, antes de su partida a Alemania, se las había ingeniado para darle al Barcelona 14 victorias, dos de ellas campeonatos de la Champions en el 2009 y 2011. Luis Enrique, el actual DT del Barza, había dicho: ‘Es un juego especial para nosotros porque Pep está del otro lado. Va a ser la primera vez que enfrente al Barza. Va a ser la primera vez que lo enfrente como entrenador’. Con esa expectativa, Pep hizo su ingreso a la cancha algunos minutos después de la presentación de los equipos. El estadio no tuvo tiempo de reaccionar. Sus gestos, catalanísimos, eran difíciles de leer. Sin sonrisas ni muecas, pasó desapercibido por un partido que no dio respiro alguno (ni siquiera para mirar a la banca), en gran parte gracias a él.
2. Hay arqueros que emocionan tanto como los delanteros más habilidosos o explosivos. Manuel Neuer es uno de ellos y es el mejor de su tiempo. Estoy segura de que al verlo jugar uno de cada diez niños decide que de grande quiere ser un valiente guardameta. El portero alemán parece disfrutar el riesgo. Sabe dónde pararse y cuándo salir. Se agranda como si fuera de goma. Debe tener el sistema nervioso de un astronauta o un neurocirujano. Calmo y decidido, es el responsable de que nos llevemos la mano a la boca una y otra vez. Los ojos, muy abiertos, confirman su destreza. En el primer tiempo le recordó a Luis Suárez que su pierna derecha también vale millones de dólares. Y al poco rato hizo lo mismo con Dani Alves. Que le hayan metido 3 goles no tiene nada que ver con su porte.
3. En el segundo tiempo, con un Bayern un poco más crecido y un Barcelona un tanto frustrado, todo nos hacía pensar en un empate sin goles. Durante la previa se había comentado sobre lo que dijo Pep de Messi: que era imparable, que era imbatible, que no había manera alguna de contener su genio. Y todo confirma que nadie conoce mejor al argentino que el catalán. Cuando los comentaristas de ESPN se preguntaban qué era de Lionel Messi (a veces sospecho que se apaga al propósito, como una suerte de camuflaje), Dani Alves robó una pelota y se la pasó rápidamente. De ahí a meterle un gol a Neuer había un largo camino y no muchas espacios, pero Messi apretó la mano izquierda, dio unos pasitos y metió un zurdazo al ras del suelo al que nadie hubiese llegado. El argentino celebró con ganas de más y a los tres minutos volvió a prenderse para marcar uno de los goles más bonitos del campeonato. No han pasado ni dos horas y ya hay memes que comparan a Boateng con un gran tronco caído. Un gol suave, elevado, como en cámara lenta. El pase preciso a Neymar terminó en el tercero, esta vez el brasileño definía haciéndole una huacha a Neuer. Y entonces todo se acaba como empezó. Con una tribuna enloquecida, lista para lo que se venga.