Un ejército de exterminadores de perros callejeros en Kabul limpia las calles de la ciudad.
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Primero los atrapan con redes y trampas. Luego los fuerzan a ingerir veneno.
La agonía puede durar una hora, mientras son lanzados a camiones. Después desechan sus cadáveres en vertederos de basura a las afueras de Kabul. Pero no todos están de acuerdo con esta práctica.
‘El cachorro estaba tratando de escapar, entonces los detuve, lo tomé y les dije: Eso es muy cruel. Claro, esa era una escena muy inhumana. Empecé a llorar y puse al cachorro en mi regazo, me senté simplemente ahí en la calle. Ellos estaban riéndose de mi. Y esperé ahí hasta que el perro murió’, cuenta Ghazal Sharifi, residente de Kabul.
En las noches, los cazadores usan tácticas como dejar carne envenenada en las calles.
Lo único que tienen que hacer es volver en la mañana y recoger los cadáveres.
En el islam, los animales son considerados impuros.
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En lugar de verlos como mascotas, los afganos generalmente los usan como medio de seguridad o para organizar peleas.
Las autoridades aseguran que protegen a la ciudadanía de las enfermedades y controlan la población canina.
18.000 perros fueron envenenados el año pasado.
‘Tenemos buenos resultados después de recibir tantas quejas de los ciudadanos. Tuvimos miles de llamadas telefónicas y docenas de cartas de gente quejándose de los perros callejeros en Kabull… Cuando los niños van a la escuela en la mañana son atacados por los perros, así que por la seguridad de la gente tenemos que matarlos’, señala Nasser Ahmad Ghori, director del departamento de Salud en Kabul.
Los defensores de bienestar animal condenan estas medidas por ser un capricho cruel e inútil.
Los trabajadores de este refugio de perros consideran que los animales sacrificados serán reemplazados por nuevas camadas.
Para ellos una mejor solución sería atraparlos, esterilizarlos, vacunarlos y liberarlos.
‘Hay un riesgo para la salud pública al poner carne envenenada por ahí. La oveja de alguien o cualquiera podría encontrarla y comerla, o algún niño podría recoger algo que no debería y comerlo. También es horrible para los perros’, señala Louise Hastie, gerente del refugio para animales Nowzad.
Pese a estas críticas, las autoridades parecen convencidas de la medida.
Así que por el momento la guerra contra los perros en Kabul continuará.