En esta plaza de Los Ángeles se reúnen desde hace 50 años los mariachis para ofrecer sus servicios.
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Contrato en mano, listo para su firma, Rodrigo le entrega su tarjeta a un cliente potencial. Él y sus cuatro compañeros trabajan por 350 dólares la hora.
“La gente latina son los que vienen a contratar aquí al mariachi, más que todo. Los americanos casi no vienen aquí, más bien prefieren chequear por la internet’, cuenta el mariachi Rodrigo Negrete.
’Mariachi Plaza’ es también el nombre de la estación de metro que se construyó aquí hace unos años.
Pero ahora, la urbanización amenaza a los mismos que dieron nombre al lugar.
Los inversores inmobiliarios le han echado el ojo a este humilde barrio latino. El proyecto de construcción de un centro comercial preocupa a los músicos.
‘No nos han dicho que nos van a desalojar pero tampoco no han dicho si nos vamos a quedar. Entonces es una gran expectativa la que tenemos”, señala Arturo Ramírez, presidente del sindicato de mariachis de Los Angeles.
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Tony es mariachi desde niño. Encuentra a todos sus clientes aquí en la plaza.
Sin un espacio público en el que mostrar su talento, teme no encontrar trabajo de nuevo.
‘Habemos mucho que de esto vivimos, de esto mantenemos a nuestras familias sin hacerle daño a nadie. Nosotros, nuestro propósito nomás es hacer feliz a las personas”, señala Tony Ortega.
Mientras pueda quedarse, Tony lo hará cantando.
Según el sindicato de mariachis, el sostén de 5.000 familias de Los Ángeles depende del futuro de esta plaza.