Colombia reeligió este domingo al presidente Juan Manuel Santos para un nuevo periodo de cuatro años, dando luz verde al proceso de paz que el gobierno impulsa con las guerrillas para poner fin a más de medio siglo de conflicto armado.
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Santos, que gobierna desde 2010 con una coalición de centro-derecha y obtuvo en esta elección el respaldo de la izquierda, se impuso con 50,94% de los votos frente al derechista Óscar Iván Zuluaga, quien consiguió el 45,01%, con 99,87% de los sufragios escrutados.
Los votos en blanco fueron equivalentes al 4,03%, de acuerdo con el preconteo de la autoridad electoral, que registró una participación del 47,87%, ligeramente superior a la primera vuelta del 25 de mayo.
“Quiero felicitar al presidente Santos, la democracia consiste en esto”, afirmó Zuluaga, delfín del influyente expresidente y senador electo Álvaro Uribe, al dirigirse a miles de sus seguidores reunidos en su comando en el centro de la capital. “Me siento muy orgulloso de haber sido el candidato del uribismo”.
En una votación fundamental para el futuro del proceso de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC, comunistas), que Zuluaga cuestionaba, Santos logró ganar en Bogotá y en las regiones de la costa del Caribe, mientras que Zuluaga consiguió sus apoyos en la zona central del país.
“Con este resultado, Santos obtiene una victoria con un margen no tan estrecho que le va a permitir gobernar cómodamente. De todas formas, el partido de Zuluaga va a ejercer una oposición muy temperamental, pero con sólo 32 representantes de un total de 268 congresistas”, dijo a la AFP Fernando Giraldo, experto en Sistemas Políticos de la Universidad Javeriana.
Santos, de 62 años, y Zuluaga, de 55, ambos exministros de Uribe y otrora aliados políticos, se enfrentaron en una campaña electoral dominada por el debate sobre las negociaciones de paz con las FARC, principal grupo rebelde del país, que el gobierno impulsa desde noviembre de 2012 en La Habana.
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Para Felipe Botero, analista político de la Universidad de los Andes, con su triunfo Santos legitima el avance del proceso de paz, aunque enfrenta el reto de la oposición del uribismo y de un sector de votantes no incondicionales.
“La ventaja es clara y la diferencia es significativa, pero el resultado estuvo marcado por las personas que votaron por Santos convencidas de que el proceso de paz continúe y no necesariamente convencidas por el gobierno de Santos”, dijo a la AFP.
– “Paz, paz, queremos paz” –
“Paz, paz, queremos paz”, gritaban miles de simpatizantes de Santos en la sede de su campaña en el norte de Bogotá, donde sonaban las vuvuzelas y la alegría era manifiesta. “Sí se pudo”, era la consigna que gritaban sus partidarios mientras levantaban las manos mostrando escrita la palabra “Paz”.
“Vine con mi familia a celebrar el triunfo de la paz en Colombia. Estamos convencidos de que la paz es la única solución para Colombia”, dijo a la AFP Carla Martínez, una estudiante de 18 años, que festejaba en la sede de Santos.
El conflicto armado de medio siglo, que ha involucrado a otras guerrillas de izquierda, a paramilitares de derecha y a agentes del Estado, ha dejado más de 220.000 muertos y cinco millones de desplazados.
Santos se propone seguir con las negociaciones, que ya arrojaron avances en temas como reforma rural, participación política de los guerrilleros, narcotráfico y reconocimiento a las víctimas, con la promesa de que la paz beneficiará a todos, en un país donde un tercio de los 47 millones de habitantes son pobres a pesar de un crecimiento superior al 4% anual.
Determinado a una pacificación “integral”, el mandatario reveló esta semana el inicio de conversaciones con el Ejército de Liberación Nacional (ELN, guevarista), segunda guerrilla del país.
Zuluaga, al principio un feroz opositor a los diálogos, suavizó su discurso en esta segunda fase de la campaña, planteando una negociación condicionada.
Preocupado por la “impunidad” de los guerrilleros, Zuluaga exigía un mínimo de cárcel para sus jefes y la revisión de los acuerdos ya alcanzados.
Según la Policía, la jornada ha transcurrido “en absoluta tranquilidad”, en medio de la tregua unilateral decretada por las FARC. Aunque el ELN no se plegó a este cese el fuego, se comprometió a respetar el desarrollo de los comicios.
Unos 246.000 policías y militares vigilaron la jornada electoral, acompañados por más de un centenar de observadores internacionales.