Por: Rodolfo Rojas
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Sin embargo, no todos creen este cuento de hadas. Algunos observadores piensan que el caso de Silicon Valley debería analizarse desde una perspectiva más amplia. Uno de ellos es Dan Beznitz, coautor junto a John Zysman de ‘Can Wealthy Nations Stay Rich in the Twenty First Century?’ En un artículo publicado recientemente en el blog de la Harvard Business Rewiev, Beznitz expone una tesis polémica.
El foco de innovación de Sillicon Valley, según él, está en la producción de servicios populares en internet. Beznitz considera que ese es un error estratégico que la economía norteamericana ha pagado con el declive de su aparato industrial, la reducción del empleo y la disminución de los ingresos de los trabajadores.
Alemania, en cambio ha optado por un modelo que ha puesto el énfasis en sectores como los sistemas energéticos renovables, la biotecnología molecular y la ingeniería de software experimental. Lo que es aún más importante, dice Beznitz, los alemanes son los campeones mundiales adaptando las innovaciones de laboratorio a las necesidades de la industria y diseminándolos en el sector empresarial.
Un ejemplo es la industria automotriz -BMW, Mercedes Benz, Volkswagen- un sector en el que la innovación ha revitalizado antiguos productos y procesos con la llegada de nuevas ideas y capacidades, reactivando sectores estancados y devolviéndolos a la vida.
El resultado salta a la vista: el 22% de la fuerza laboral en Alemania está empleada en el sector de manufactura y contribuye con el 21% del PBI. En los Estados Unidos la cifra solo llega al 11% de la fuerza laboral y contribuye con apenas el 13% del PBI. Las cifras corresponden al año 2010.
‘El objetivo debe ser sostener la productividad y el crecimiento del empleo para garantizar un real incremento de los ingresos de los trabajadores’ señala Dan Beznitz.
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Una de las causas del éxito del modelo alemán, según Beznitz, es la red de instituciones públicas que ayudan a las empresas privadas a experimentar con nuevas ideas. Una de ellas es The Fraunhofen Institute, que es parcialmente financiada por el Estado.
El Estado alemán se preocupa de que la innovación se oriente a generar y mantener buenos empleos en todo el espectro del mercado laboral, mientras que en Estados Unidos parece destinada a reducir o eliminar la necesidad de generar más empleos. El Estado norteamericano no parece tener interés en que la mayor parte de la población se beneficie de los efectos de la innovación y no solo una élite. Eso podría cambiar ahora que ha solicitado a The Fraunhofen Institute que comparta sus experiencias con algunas instituciones norteamericanas.
¿Cómo se ubica el Perú en esta asignatura? Según el reporte 2013 del Global Innovation Index, que mide esencialmente cinco variables -Instituciones, Capital humano e investigación, Infraestructura, Complejidad del mercado y Complejidad de los negocios- los primeros lugares son ocupados por Suiza, Suecia, Reino Unido, Holanda y los Estados Unidos. Alemania ocupa el puesto 15. El Perú aparece a media tabla en el puesto 69, superado en América Latina por Costa Rica, Chile, Uruguay, Argentina, Colombia, México y Brasil.
En estos días el Ministerio de la Producción ha puesto en debate el Plan Nacional de Diversificación Productiva, que ya ha hecho sonar algunas alarmas. Sus críticos lo consideran intervencionista y excesivamente reglamentarista. Es una buena oportunidad que no deberíamos desaprovechar para discutir un tema crucial para que el crecimiento económico sea sostenible. Como muestra el caso de Alemania, el éxito depende de que el sector público y privado trabajen con un objetivo común: hacer del Perú un país desarrollado y que los beneficios lleguen a la mayor parte de la población.