“Teníamos que decírnoslo a nosotros mismos y decírselo al mundo, no sólo que aquello fue un error, sino que los errores en la historia son susceptibles de reparación”, declaró el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, durante un encuentro en Madrid con representantes de asociaciones judías estadounidenses.
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“Les aseguro que la inmensa mayoría de los españoles, poco importa su sentido de voto, estén en el gobierno o en la oposición, coinciden con esta afirmación de que hemos cometido un error histórico hace cinco siglos”, agregó.
“Por eso estoy convencido que el proyecto ley va a recibir el apoyo de la inmensa mayoría del parlamento” en Madrid, donde los conservadores del Partido Popular disponen de mayoría absoluta, subrayó el ministro.
El director general de la Conferencia de Presidentes de las grandes organizaciones judías estadounidenses, Malcom Hoenlein, consideró por su parte que “el símbolo es tan importante como las implicaciones prácticas”, en declaraciones a la AFP.
“Esto envía un mensaje muy importante sobre la necesidad de hacer frente a la historia, sobre el hecho que no podemos evitar los acontecimientos del pasado”, añadió.
España ya otorga la nacionalidad a los judíos que puedan demostrar ser descendientes de los sefardíes que abandonaron el país en 1492 cuando los reyes católicos, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, ordenaron la expulsión de todos aquellos que se negasen a convertirse al catolicismo.
Sin embargo, hasta ahora los candidatos a la nacionalización deben en contrapartida perder su nacionalidad actual. Esta cláusula desaparece del proyecto de ley aprobado por el gobierno conservador de Mariano Rajoy la semana pasada.
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España sólo autoriza a los ciudadanos de unos pocos países, especialmente de América Latina, a adoptar la nacionalidad española sin perder la suya.
Es difícil establecer el número de personas que podrían pedir beneficiarse de esta nueva medida, que suscitó gran interés especialmente en Israel. Según varias evaluciones, podrían alcanzar los tres millones.
Actualmente, unas 250.000 personas hablan en todo el mundo el dialecto judeo-español, el ladino, según el gobierno de Madrid.