Tras congelar la cooperación con la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) a la que antes había acusado de financiar a la oposición, el mandatario consideró escandalosa la cantidad de efectivos norteamericanos acreditados en Quito.
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“Son alrededor de 50 (militares) ¿Quién puede justificar algo así? Ya estamos actuando al respecto”, afirmó Correa en un encuentro con la prensa extranjera, aunque no especificó cuántos efectivos deberán abandonar Ecuador.
Al ser interrogado por la AFP sobre si pediría la salida de los militares, el presidente respondió afirmativamente.
“Sí, la estamos pidiendo”, dijo y agregó que “lamentablemente esta gente ha estado tan infiltrada en todos los sectores, que lo más escandaloso parecía normal”.
El portavoz de la embajada de Estados Unidos en Quito, Jeffrey Weinshenker, señaló a la AFP que su país aún no ha recibido una “notificación formal” al respecto.
Sin embargo, el vocero sostuvo que son “aproximadamente 20 empleados del departamento de Defensa de Estados Unidos, militares y civiles, asignados al Ecuador y plenamente acreditados. Todas nuestras actividades se realizan con la aprobación explícita de las contrapartes ecuatorianas”.
En Washington, un alto funcionario estadounidense corroboró a la AFP que cifra proporcionada por Correa “es más del doble del número real”.
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Un mes atrás, Correa dijo que militares estadounidenses viajaban en un helicóptero de la Fuerza Aérea Ecuatoriana que fue baleado en la frontera con Colombia el 3 de octubre, y pidió a su canciller información.
“Recién nos enteramos de la presencia de este grupo militar porque en ese helicóptero que recibió balazos en la frontera hace unos meses, viajaban cuatro militares norteamericanos. Ahí es que nos enteramos de esto, del grupo militar, cerca de 50 militares, eso es inconcebible ya estamos tomando medidas al respecto”, insistió el miércoles.
“Hay desconfianza mutua” El mandatario, que en 2009 decidió no renovar el acuerdo que le permitía a Estados Unidos operar una base antidrogas en territorio ecuatoriano, cargó de nuevo contra Washington por el escándalo de espionaje a nivel global, y reconoció que las relaciones entre los dos gobiernos no son las mejores.
“Quisiéramos que estuvieran mejor, pero no nos vamos a engañar: sí hay ciertas tensiones, hay desconfianza mutua”, afirmó.
En ese sentido, enfatizó su rechazo al apoyo de Washington al bombardeo colombiano de 2008 contra un campamento de la guerrilla de las FARC en Ecuador, y calificó de “torpe” la política estadounidense hacia gobiernos que considera hostiles.
“No es que seamos antiestadounidenses, pero siempre vamos a denunciar la doble moral en política internacional (…), y si eso tensa las relaciones con Estados unidos qué pena, nosotros no claudicaremos en nuestros principios”, remarcó.
Estados Unidos es el principal socio comercial de Ecuador, y en varias ocasiones ha cuestionado los vínculos de Quito con Irán y Bielorrusia, el asilo otorgado al fundador de WikiLeaks, Julian Assange, y la conflictiva relación de Correa con la prensa.
En 2011, el presidente socialista expulsó a la embajadora estadounidense Heather Hodges a raíz de la filtración de un cable en que la diplomática aludía a supuestas irregularidades en el nombramiento de un jefe policial.
Washington replicó la medida, y después de cinco meses de distanciamiento los países nombraron nuevos embajadores.