Al menos 14 personas fallecieron y otras 34 resultaron heridas hoy, cuando una mujer kamikaze hizo estallar una bomba en una estación de tren de Volgogrado, una ciudad cercana a la región del Cáucaso ruso, informaron los investigadores en un nuevo balance.
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La kamikaze “que se acercaba al detector de metales, vio al oficial, se puso nerviosa e hizo estallar el artefacto explosivo”, dijo Vladímir Markin, portavoz del Comité de Instrucción (CI) de Rusia, citado por las agencias locales.
Debido al equipo de seguridad instalado desde el atentado suicida contra el aeropuerto moscovita de Domodédovo en enero de 2011 impidió que la terrorista llegara a la sala central, es que se logró evitar que el número de muertos fuera aún mayor, aseguraron los agentes.
Es por ello, que uno de los policías que vigilaba que todos los viajeros pasaran por el detector murió como resultado de la explosión y otros seis agentes resultaron heridos. Asimismo, un niño de nueve años también resultó herido.
El artefacto explosivo tenía una potencia equivalente a 10 kilos de trilita, por lo que, según las fuerzas de seguridad, si la terrorista hubiera accedido a la estación podría haber causado una auténtica carnicería.
El presidente, Vladímir Putin, ordenó el envío de aviones para el traslado urgente de las víctimas más graves al hospital de Moscú.
Hasta el momento tanto el CI como el Comité Nacional Antiterrorista apuntan a que la autora del atentado pertenecía a la guerrilla islamista del Cáucaso. Esto se podrá confirmar en unas horas ya que la cabeza del kamikaze fue trasladada para efectuarle los debidos exámenes.
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El uso de terroristas suicidas, muchas de ellas conocidas como “las viudas negras”, por ser las esposas o novias de guerrilleros abatidos por la policía federal, se ha convertido en los últimos años en la tarjeta de visita de la guerrilla islamista.
De hecho, Volgogrado, fue escenario el pasado 21 de octubre del atentado más grave ocurrido en Rusia en dos años y medio, cuando una terrorista suicida oriunda del Cáucaso mató a seis personas en un autobús.
Los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi (mar Negro) que tienen como fecha de inauguración el 7 de febrero es la principal preocupación de las autoridades rusas, que temen un aumento de la actividad terrorista y guerrillera.
Y no es para menos, hace unos meses el líder de la guerrilla caucasiana, el chechén Doku Umárov, amenazó con abortar los Juegos blancos, que tachó de “bailes satánicos sobre los huesos de nuestros antepasados”.
“Como muyahidines estamos obligados a impedirlo por cualquier medio permitido por Alá”, afirmó en un vídeo Umárov, dado por muerto en numerosas ocasiones.
En respuesta, las autoridades rusas decidieron reforzar las medidas de seguridad en Sochi tras el atentado perpetrado por dos hermanos chechenes en abril pasado durante el maratón de Boston, hecho que el ministro ruso de Deportes, Vitali Mutkó, calificó de “serio aviso” para Rusia.
Por ese motivo, Putin endureció recientemente las leyes antiterroristas con medidas como el aumento de las penas y la incautación de los bienes de las personas cercanas a los terroristas, y la obligación de los familiares de compensar al Estado por el daño material y moral causado por éstos.