El niño de tres meses hizo su segunda aparición ante la prensa antes del bautizo, cuando las cámaras de televisión pudieron filmarlo sostenido en brazos por su padre, el príncipe Guillermo, ante la puerta de la Capilla real del palacio de Saint James.
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El niño, rubio, rollizo y medio dormido, vestía una réplica de la ropa que la reina Victoria eligió para el bautizo de su hija en 1841.
La última vez que se le había visto fue cuando salió del hospital tras su nacimiento el 22 de julio.
La ceremonía, alejada de los habituales fastos reales, contó con la reina Isabel y su marido, Felipe de Edimburgo, bisabuelos del niño, y otros 20 familiares y amigos.
En ella coincidieron la reina y tres futuros monarcas: los príncipes Carlos, Guillermo y Jorge.
Isabel II, de 87 años, llevaba un vestido azul celeste, y la madre del niño, Catalina, duquesa de Cambridge, vestía un traje de color crema.
Los varones llevaban traje y corbata y no se vieron las condecoraciones, espadas y uniformes militares de las grandes ocasiones.
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Además de los cincuenta periodistas congregados a la entrada del palacio de Saint James, también concurrieron los habituales incondicionales de la monarquía, algunos de ellos ya bien conocidos.
“Vivimos un momento único, histórico”, con la perspectiva de ver “a tres futuros reyes en la misma foto”, dijo a la AFP John Loughrey, de 58 años, que durmió en la calle para asegurarse un lugar ante el palacio de Saint James pese a la lluvia que cayó abundantemente por la noche.
El primer ministro británico David Cameron aprovechó la sesión del Parlamento de este miércoles para celebrar el evento.
Los duques de Cambridge eligieron la Capilla real del palacio de Saint James, en Londres, y no el de Buckingham, en lo que fue considerado como una expresión de la voluntad de mantener discreta la ceremonia.
El bautizo fue oficiado por el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, líder de la Iglesia anglicana.
La princesa Beatriz, prima de Guillermo, fue la última niña de la realeza en ser bautizada en el palacio de Saint James, en 1988. Tanto el príncipe Guillermo como su padre Carlos y su abuela, la reina, fueron bautizados en el palacio de Buckingham.
La Capilla real fue además el lugar que albergó la capilla ardiente de Diana de Gales, abuela de Jorge, tras el accidente de coche que le costó la vida en París en 1997 cuando era perseguida por los fotógrafos.
El bautizo se hizo sobre la pila bautismal Lily Font, que la reina Victoria encargó para el bautizo de su primera hija en 1841, y se usó agua del río Jordán, donde se dice que fue bautizado Jesús.
Pippa Middleton, hermana de la madre, y el príncipe Enrique, hermano del padre, fueron los encargados de la lectura de textos de los evangelios de Lucas y Juan.
Los siete padrinos fueron: Oliver Baker, compañero de universidad de los padres; Emilia Jardine-Paterson, compañera de universidad de la madre; Earl Grosvenor, hijo del duque de Westminster; Jamie Lowther-Pinkerton, que fue secretario de los padres; Julia Samuel, amiga de la fallecida princesa Diana, abuela del niño; Zara Tindall, prima del padre, y William van Cutsem, un amigo de la infancia también del padre.
Jorge, que si reina será Gobernador de la Iglesia de Inglaterra y Defensor de la fe, nació el 22 de julio en Londres.
El bautizo es una ceremonia esencial para el joven príncipe porque todos los monarcas deben ser miembros confirmados de la Iglesia de Inglaterra, que reúne a 80 millones de anglicanos y que nació de la ruptura del rey Enrique VIII con el Vaticano en 1536.
Tras la ceremonia, la familia tenía previsto ir a tomar el té. Como manda la vieja tradición, los padres habían guardado una parte de la tarta de su boda para el bautizo de su primer hijo.