Por: David Trads
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Las cifras de obesidad son impactantes y preocupantes. Dos de cada tres mexicanos tienen sobrepeso y, lo que es peor, uno de cada tres es obeso. El récord mundial de gente gorda, que por mucho tiempo lidera Estados Unidos, está ahora ‘amenazado’ por México.
¿Quién es el responsable de esta epidemia? ¿Los propios mexicanos por consumir demasiadas gaseosas, refrescos azucarados y comida chatarra? ¿O la industria que los produce?
Cuando trato de responder a estas preguntas, se me viene a la cabeza este viejo dilema: ¿qué fue primero: el huevo o la gallina?
El presidente de México, Enrique Peña Nieto, respondió a esta encrucijada queriendo introducir un nuevo impuesto del 8% a las ventas de gaseosas y refrescos.
El gobierno mexicano cree que, subiendo los precios, las ventas bajarán entre un 10% y 15% . A su vez, el Ministerio de Salud sostiene que eso ayudará a frenar la epidemia de la obesidad.
Peña Nieto busca así nuevos métodos ante la ineficacia de las campañas gubernamentales de salud pública, que han intentado educar a sus ciudadanos.
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No hay duda de que el aumento de obesos en México y en otros países de América Latina es alarmante, pero ¿quién tiene realmente la culpa?
Rosa Hernández, una joven que conocí en Ciudad de México mientras ella tomaba una Coca-Cola, me dio una respuesta singular. ‘Por supuesto que yo elegí comprar esta bebida. Sé que está mal, pero estoy enganchada a esta ‘droga».
Los mexicanos tienen, obviamente, la libertad de elegir qué quieren comer y qué quieren beber.
Las cifras oficiales muestran que, por ejemplo, la gente decide libremente tomar una lata y media de gaseosa por día. Ningún otro país en el mundo tiene una cifra similar. La comida chatarra, que hace un par de décadas era una especie rara, ahora es muy común. Nadie obliga a la gente a consumirla, pero es un hecho que los mexicanos ahora comen más comida chatarra que nadie en el planeta.
Esta industria es muy poderosa en México. Solo el negocio de las gaseosas mueve 15.000 millones de dólares. No puedes prender el televisor o mirar por la ventana sin estar expuesto a comerciales de gaseosas y refrescos azucarados.
La Asociación Nacional de Tiendas de Barrio de México, gremio de bodegas que vende millones de gaseosas, ha demostrado su poder la semana pasada con una gran campaña de marketing contra el posible nuevo impuesto a estos productos.
Su argumento es el siguiente: nadie debe restringir a los mexicanos lo que pueden comer y beber porque viven en un país libre.
La lucha contra las gaseosas no es nueva. En Nueva York, su alcalde, el millonario Michael Bloomberg, intentó combatir este tipo de industria y, por ello, decidió donar 10 millones de dólares a la cruzada mexicana.
Además de apoyar este impuesto especial a las ventas, Bloomberg quiere restringir los comerciales de gaseosas y comida chatarra en la televisión y crear conciencia de lo especialmente dañinos que son estos productos para los niños.
Cuauhtemoc Rivera, presidente de la Asociación Nacional de Tiendas de Barrio, atacó la semana pasada a Bloomberg, pidiéndole que no se entrometa en cuestiones internas de México. Pero, por supuesto, Bloomberg no abandonará su lucha. Su influencia como alcalde de Nueva York está muy presente.
Su opinión sobre las bebidas gaseosas queda reflejada en una nueva campaña que acaba de salir y que está dirigida a los padres de familia.
‘Conscientemente, ¿usted le daría a su hijo 12 cucharadas de azúcar? Esa es la cantidad que tiene una gaseosa. ¿Cuál es su respuesta?’, dice la campaña de Bloomberg.