Los restos del nazi Erich Priebke seguían este jueves en un aeropuerto militar italiano a la espera de un lugar que quiera enterrarle, mientras su abogado divulgó un vídeo en el que el “carnicero de las Fosas Ardeatinas” justifica la masacre de 1944.
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“Era imposible negarse a participar”, sostiene el ex capitán de las SS, quien ejecutó con un tiro en la nuca a varias de las 335 víctimas de la matanza ordenada como represalia por un ataque en Roma de la resistencia contra un camión del ejército alemán.
“El capitán Schutz, el encargado de organizar la represalia, nos dijo: ‘Es una orden de Hitler, quien no quiera participar es mejor que se meta con las víctimas porque será fusilado”, cuenta en la grabación.
El vídeo testamento fue divulgado mientras su cadáver está desde el miércoles en el aeropuerto de Pratica di Mare, al sur de la capital italiana, a la espera de hallarle un destino final.
El abogado del criminal nazi, Paolo Giachino, conocido en Italia por su cercanía a los movimientos de extrema derecha, aprovechó el momento para divulgar el video-testamento grabado por Priebke antes de morir.
En el documento, de casi cuatro minutos, el exoficial de las SS, que murió el miércoles a los 100 años, recuerda que la masacre de las Fosas Ardeatinas “fue terrible”.
Esa matanza, en la que los nazis ejecutaron numerosos prisioneros políticos y 75 judíos escogidos al azar en el gueto romano, fue en represalia al atentado organizado por la “resistencia comunista”, señala.
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El atentado fue organizado para “provocar una represalia de los alemanes y obtener así una revuelta de la población”, asegura.
La orden de masacre, un día después del atentado de la resistencia en el que murieron 33 soldados alemanes, era la de ejecutar como represalia a 10 italianos por cada alemán muerto. Lo que cumplieron sin titubear.
La grabación termina con la frase que leyó Priebke durante la audiencia celebrada en abril de 1996 ante el tribunal militar de Roma: “Siento, desde lo más profundo del corazón, la necesidad de expresar mis condolencias por el dolor de los familiares de las víctimas de las Fosas Ardeatinas”.
“Como creyente, nunca olvidé este trágico hecho (ya que) para mí la orden de participar en la acción fue una gran tragedia íntima”, afirmó entonces el criminal nazi.
Según el apoderado, que el diario italiano La Stampa considera una suerte de estratega de la ultraderecha, “no es verdad” que Priebke jamás se arrepintió.
“Priebke se reunió de forma privada con familiares de algunos fallecidos en las Fosas Ardeatinas”, aseguró el abogado.
Seis días sin sepultura
Los restos mortales de Priebke siguen sin sepultura, esperando en el aeropuerto militar, pese a que medios de prensa romanos aseguraron haberlos visto salir de allí, lo que fue desmentido por fuentes autorizadas.
Para Giachini, quien acogió en su casa al criminal durante los 15 años en que estuvo en detención domiciliaria, le corresponde a Italia ocuparse de su entierro.
“Esa papa caliente la tiene que resolver Italia”, aseguró Giachini en declaraciones a la AFP.
El cadáver del criminal nazi es un “asunto complejo”, explicaron fuentes del gobierno, que intentan encontrar una salida al lío técnico-jurídico.
El prefecto de Roma, Giuseppe Pecoraro, muy criticado por su gestión de este asunto (primero autorizó la ceremonia religiosa por los curas integristas y luego la anuló, a lo que siguió un rocambolesca transferencia de los restos al aeropuerto militar de Pratica di Mare) afirmó que “se han establecido contactos con Alemania”, su país de nacimiento.
Sin embargo, Berlín aseguró que “no ha recibido por el momento ninguna petición” de las autoridades italianas.
Italia, por su parte, afirmó a la AFP que correspondía a la familia realizar una solicitud de este tipo.
La ley italiana sobre la incineración exige efectivamente la autorización de los allegados del difunto.
Pero sus dos hijos (uno vive en Estados Unidos y el otro en Argentina, y ninguno tiene previsto viajar a Italia) solamente han “pedido que su padre tenga derecho a un funeral católico y que sus restos mortales sean respetados”, según Giachini.