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La sonda Voyager deja tras de sí una estela de interrogantes

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La sonda estadounidense Voyager 1 se convirtió el jueves en el primer objeto fabricado por el hombre en alcanzar el espacio intersideral dejando tras de sí un aluvión de interrogantes para los no doctos en la materia, como cuál será su entorno o qué podremos aprender de ella.

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Expertos, entre ellos la astrofísica Rosine Lallement, del Observatorio de París, respondieron a algunas de esas interrogantes. He aquí sus respuestas:

¿Cómo se sabe que Voyager alcanzó el espacio interestelar? La densidad del medio en el que se desplaza la sonda es bastante más elevado que el de la burbuja en la que evolucionan la Tierra y los otros planetas del sistema solar.

Los astrofísicos han podido hacer evaluaciones de manera indirecta, a partir de mediciones de onda transmitidas por la sonda, dado que la frecuencia está directamente vinculada a la densidad.

¿En qué entorno evoluciona ahora la sonda? El espacio interestelar está hecho de gas, el plasma galáctico. No puede visualizarse.

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Todo lo que se conoce hoy reposa sobre dos modelos. Por primera vez una sonda va a poder explorar ese entorno. Los astrofísicos van a poder comparar todo lo que ha sido deducido indirectamente con observaciones directas del gas galáctico.

Y si todos los instrumentos no funcionan más sobre Voyager 1, su hermanita Voyager 2, totalmente operacional, deberá penetrar este medio inexplorado dentro de tres años.

¿Qué informaciones pueden esperarse? Las informaciones “son particularmente interesantes para la física, y principalmente para el análisis de interacciones entre las estrellas y los gases en la galaxia”, explicó la experta.

“Lo que se está aprendiendo tiene implicaciones directas principalmente respecto la interpretación de las supernova”, estrellas que están culminando sus vidas. “Y el análisis de las supernova permite por ejemplo comprender si el universo está en expansión”, observó.

También es importante el aspecto de exploración de lo desconocido. “Siempre es interesante ir a ver un poco qué pasa afuera”, señaló la astrofísica.

Y si un día se quiere enviar sondas hacia las estrellas, se sabrá más sobre el entorno.

¿Cómo transmite Voyager sus informaciones a la Tierra? Los datos recogidos por los diferentes instrumentos son transmitidos en tiempo real por radio, a un ritmo que parece ridículo en vista de los enlaces Internet actuales: 160 bits por segundo comparados con 5 a 8 millones de bits en promedio para una línea ASL en Francia.

Esa señal radio es emitida con una potencia de unos 20 watts, equivalente a un pequeño foco de una lámpara de cabecera. Pero después de haber viajado durante 19.000 millones de km, la potencia recibida en la Tierra es infinitesimal, y es necesario utilizar antenas de 34 a 70 metros de diámetro de la red Deep Space para escucharlas, señalan expertos.

¿Hasta cuándo? Los responsables de la misión estiman que algunos instrumentos podrán continuar funcionando al menos hasta en 2020. Pero desde 2014, el instrumento ultravioleta a bordo de Voyager 1 será apagado por una orden enviada desde la Tierra, para preservar la energía para los otros instrumentos. Luego, hacia 2020, los ingenieros apagarán uno por uno estos instrumentos para mantener la sonda en vida, hasta que el único detector sea suspendido, hacia 2025.

“Incluso si es probable que ningún dato científico sea recogido después de 2025, es posible que sigan llegándonos informaciones técnicas, incluso varios años después”, precisa Ed Stone, el responsable científico del proyecto Voyager con sede en el Instituto Tecnológico de California, en Pasadena.

El programa de exploración Voyager tenía como objetivo el estudio de los planetas del sistema solar. Voyager 1 y 2 han sobrevolado desde entonces Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno, así como 48 de sus lunas.

Los datos recogidos por los nueve instrumentos a bordo de cada una de las sondas la convierten en la misión de exploración del sistema solar más fructífera de la historia espacial.

Las dos sondas Voyager deberán permanecer al alcance de Deep Space hasta alrededor de 2036, a condición de que su batería atómica desprenda suficiente energía para transmitir señales hasta la Tierra.

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