Sentirse triste, melancólico o infeliz se ha vuelto un mal global. La depresión afecta hoy a 121 millones de personas en todo el mundo, y el llamado ‘Episodio Depresivo Mayor’, caracterizado por una condición duradera del trastorno, tiene categorías de epidemia en muchos países.
PUBLICIDAD
La consecuencia más grave de este problema es el preocupante aumento de la tasa de suicidios. Según la Organización Panamericana y Mundial de la Salud (OPS/ OMS), en las Américas, más de 60 mil personas terminan con su vida cada año. Y en el mundo, hay más de un millón de víctimas cada año.
El Perú no es ajeno a este fenómeno. Se estima que cada día se suicidan entre una y tres personas. Los menores de edad suelen ser los más vulnerables. Ellos conforman un 18% de la población suicida, según el Instituto Nacional de Salud Mental(INSM) Honorio Delgado-Hideyo Noguchi. En el caso de los adultos mayores, se calcula que un 6,4% de ellos ha tenido pensamientos suicidas.
‘Cuando se habla de suicidio, se suele pensar en las causas que lo desencadenan. Sin embargo, esto es solo una parte del problema’, indica Humberto Castillo, director del INSM. ‘El suicidio suele ser el desenlace de una serie de problemas mentales o emocionales. Todo eso se forma en la infancia, incluso desde antes de nacer. Se sabe que hay factores genéticos que desencadenan estos comportamientos’, aseguró el experto a Canal N.
El entorno también juega un papel fundamental. Como señala María Edith Baca, consultora de Promoción de Salud y Salud Mental de la OPS/ OMS Perú, en el suicidio entran a tallar factores como la exclusión, la pobreza, los vínculos al interior de la familia y si es que la persona recibió afecto o no. ‘Uno cree que los adultos se suicidan porque la pareja lo dejó o porque le sacaron la vuelta. Pero no. El origen viene de mucho antes. Estas personas suelen reeditar el abandono vivido tempranamente. Muchos no resisten el sentimiento de rechazo o soledad’.
La experta señala que los estigmas y las actitudes de la sociedad hacia las enfermedades mentales y el comportamiento suicida hacen que muchas veces estas personas no busquen tratamiento o ayuda, debido a que sienten temor o vergüenza. Incluso, muchos profesionales de la salud que se sienten incómodos tratando a personas con ideas de suicidio, a menudo tienen actitudes negativas sobre este tipo de pacientes. ‘Estas actitudes deben cambiar. El afecto es medular en la prevención del suicidio.
Por ello, es importante que la familia y los padres sepan leer los síntomas y comportamientos antes de un intento de suicidio, y busquen ayuda’, señala Baca.
Los expertos son claros en algo: siempre se debe tomar en serio las amenazas o los intentos de suicidio. Se estima que un 10% de las personas que lo intentan, finalmente se quitan la vida.