Mursi se reunió el martes con el jefe del ejército, el general Abdel Fatah al Sisi, para hablar de la crisis política que sacude al país, según fuentes militares.
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Por otra parte, la oposición egipcia anunció este martes la designación de Mohamed ElBaradei, exdirector de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), como su representante con vistas a una transición política.
Decenas de miles de personas se dirigieron este martes hacia la emblemática plaza Tahir en El Cairo para exigir la dimisión de Mursi, electo hace apenas un año.
Un manifestante, Mostafa Gharib, dijo a la AFP que teme que los islamistas “luchen hasta el final antes de ceder”.
Para Mona Elghazawy, una especialista contable que también salió a las calles para exigir la partida del presidente, “la batalla se juega ahora” contra los islamistas.
La policía fue desplegada en la capital, en donde la mayoría de comercios permanecían cerrados, y en donde las calles, casi desiertas, contrastaban con la actividad habitual de la metrópoli egipcia.
Además, helicópteros del ejército sobrevolaban la ciudad.
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Uno de los líderes de los Hermanos Musulmanes, el poderoso movimiento islamista del que hace parte Mursi, urgió a los egipcios a estar dispuestos a sacrificar sus vidas para prevenir un golpe de Estado, e hizo referencia a la sangre vertida para obtener la caída del expresidente Hosni Mubarak en 2011.
Decenas de miles de partidarios del presidente estaban reunidos en el barrio de Nasr City así como frente a la Universidad de El Cairo, para defender la “legitimidad” de Mursi, quien ganó la primera elección presidencial libre de la historia del país.
“Despierta Sisi, Mursi es mi presidente”, coreaba la multitud en referencia al ministro de Defensa, el general Abdel Fatah al Sisi, acusado de tomar posición en contra del jefe de Estado.
“La posición del ejército es preocupante. Si toman el país, haremos una revolución islámica”, advirtió Mohamed Abdel Salem, un manifestante pro-Mursi.
Alia Youssef, una ingeniera de 24 años, que porta el velo, se declaró “dispuesta a morir para defender la legitimidad” del presidente.
El lunes por la noche, el presidente Mursi rechazó el ultimátum del ejército, afirmando que Egipto no permitiría “ninguna vuelta atrás, independientemente de las circunstancias”.
Esa respuesta obligó al ejército a desmentir cualquier plan de golpe de Estado y aclarar que el ultimátum, leído por su jefe, el general Abdel Fatah al Sisi, pretendía “llevar a todos los sectores políticos a hallar una salida rápida a la crisis actual”.
Abandonado por cinco de sus ministros y su propio portavoz, Mursi parece estar cada vez más aislado.
Además, la justicia egipcia ordenó el martes la reintegración del fiscal general, Abdel Meguid Mahmud, nombrado en la era del expresidente Mubarak y destituido por el presidente Mursi, un nuevo revés para el jefe de Estado islamista.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, llamó el martes a su homólogo egipcio para expresarle su preocupación por la agravación de la crisis política en Egipto.
Obama precisó que Washington cree firmemente en “el proceso democrático en Egipto y no apoya a ningún partido o grupo” e instó a Mursi a “asegurarse de que las voces de todos los egipcios sean escuchadas y representadas por su gobierno, incluyendo la de los egipcios que se manifestaron en todo el país”, anunció un responsable de la Casa Blanca.
Mursi, quien antes fuera un importante dirigente de los Hermanos Musulmanes, es el primer presidente de Egipto elegido libremente.
Desde que asumió el poder, se ha enfrentado a la policía, al poder judicial y a los medios de comunicación. La economía de Egipto se ha degradado, la inflación aumentó y el turismo, crucial para el país, disminuyó.
Al menos 16 personas han muerto en todo el país en el marco de las manifestaciones. Enfrentamientos similares habían causado ya la muerte de ocho personas, entre ellas un estadounidense, la semana pasada.