En un discurso en Washington sobre seguridad que fue repetidamente interrumpido por una activista, Obama dijo que tras las derrotas de Al Qaida en Pakistán y Afganistán, Estados Unidos enfrenta una nueva amenaza de “diversas” franquicias terroristas y el creciente temor de acciones radicales dentro de sus fronteras.
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“Ni yo ni ningún presidente puede prometer la derrota definitiva del terrorismo. Lo que debemos hacer es desmantelar las redes que signifiquen una amenaza directa”, dijo Obama en la Universidad de Defensa Nacional, buscando redefinir la estrategia antiterrorista más de una década después de los atentados que destruyeron las Torres Gemelas de Nueva York.
Obama anunció además que levantaría la moratoria sobre el traslado a la inestable Yemen de detenidos de la cárcel de Guántanamo, en Cuba, y que designaría a un alto funcionario para supervisar el traslado de prisioneros.
Sin embargo advirtió que los expedientes de esos prisioneros serían objeto de un análisis “caso a caso”.
El mandatario exhortó al Pentágono a designar un lugar en suelo estadounidense donde se llevarán a cabo los juicios en tribunales militares de excepción contra detenidos en Guantánamo a los que se les siga acusando de algo tras revisar sus casos.
Los recientes esfuerzos para cerrar la prisión, una promesa que Obama incumplió en su primer periodo de gobierno, coincide con la huelga de hambre que mantienen actualmente 103 de los 166 reclusos restantes.
La amenaza terrorista “ha cambiado” desde el 11 de septiembre y aunque sigue siendo “letal” es “menos capaz” de llevar acciones a gran escala, advirtió Obama.
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En su alocución, el presidente estadounidense argumentó que el uso de aeronaves no tripuladas para perseguir terroristas era una estrategia militar legal, efectiva y justa.
El poder aéreo convencional es “mucho menos” preciso y en ocasiones las acciones llevadas a cabo por soldados en el terreno enfrentan riesgos mayores. “En resumen, esos ataques (con drones) han salvado vidas”, afirmó.
Obama anunció que firmó un nuevo memorándum “insistiendo en criterios más claros, supervisión y responsabilidad” para el uso de esa nueva tecnología.
Ese memorándum señala que las personas que sean objetivo de esos bombardeos tienen que representar una amenaza “inminente” contra los estadounidenses, y precisa además que esas acciones sólo pueden llevarse a cabo cuando el sospechoso no pueda ser capturado fácilmente.
También exige la “casi certeza de que los civiles inocentes no resultarán heridos o muertos” en esas acciones, según un documento divulgado previamente por la Casa Blanca.
Las reglas para perseguir sospechosos en lugares como Somalia, Yemen y Pakistán no distinguirán entre ciudadanos estadounidenses que se hayan asociado a organizaciones terroristas.
El miércoles, la Casa Blanca admitió por primera vez que mató al estadounidense de origen yemení Anwar Al Aulaki en un ataque con drones en Yemen en 2011, y a otros tres estadounidenses en ataques similares en el exterior.
La muerte de Al Aulaki encendió un fuerte debate constitucional en Estados Unidos sobre si el presidente tiene el derecho de ordenar la muerte de un estadounidense sospechoso de terrorismo sin garantizar el debido proceso.