Sin ningún comentario, la instancia jurídica más alta del país confirmó la condena establecida en 2012 por un juez de apelaciones contra Jammie Thomas-Rasset, que vive en Minnesota (norte).
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En octubre de 2007 fue declarada culpable por distintos órganos por violar la propiedad intelectual mediante el uso del servidor de descargas Kazaa.
Thomas-Rasset fue condenada por primera vez a pagar 220.000 dólares, pero un juez consideró que la multa era “totalmente desproporcionada” e “inabarcable”, por lo que el proceso judicial fue anulado.
Dos años más tarde fue condenada a pagar 1,92 millones de dólares a seis discográficas (Capitol Records, Sony BMG Music, Arista Records, Interscope Records, Warner Bros Records y UMG Recordings), es decir, 80.000 dólares a cada una por haber bajado ilegalmente 24 canciones.
En noviembre de 2010 fue condenada al pago de 1,5 millones en un tercer juicio, pero esa cifra fue finalmente reducida a 222.000 dólares tras apelar la sentencia.
LA RIAA (Asociación de la Industria Discográfica de Estados Unidos, por sus siglas en inglés), que representa a las discográficas del país, ha denunciado a miles de personas por descargar y compartir música de forma ilegal, la mayoría de las cuales ha aceptado pagar entre 3.000 y 5.000 dólares.
Thomas-Rasset es una de las dos personas que se negó a llegar a un acuerdo y optó por ir a juicio.
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El otro caso es el de un estudiante de Boston, Joel Tenenbaum, que en 2009 fue condenado por un tribunal de Massachusetts (noreste) a pagar 675.000 dólares, sentencia que la Corte Suprema se negó a revisar en mayo de 2012.
En 2008, la RIAA dio un giro radical a su política y anunció que dejaba de denunciar a las personas que descargaran ilegalmente música, pero avisó que los servidores virtuales tienen ahora la responsabilidad de tomar las medidas para evitar la piratería.