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Humo negro

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Benedicto XVI decidió colgar los zapatitos Prada rojos y retirarse, a partir de marzo, a un tranquilo monasterio dentro del mismo Vaticano. La renuncia llegó en latín,cuando a sus 85 años, aprovechó un discurso durante la canonización de 800 mártires para anunciar su retiro. ¿Las razones? Según Ratzinger, todo esto es el resultado de una larga conversación con Dios y de su inevitable cansancio, debido a su edad, para continuar con sus labores frente a una iglesia que aún suma mil millones de fieles.

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A pesar de sus muestras de fatiga (se quedó dormido en la Misa del Gallo de Nochebuena), esa excusa resulta poco convincente. Luego de enterarme de la noticia gracias a los auspicios de Twitter, empecé a escuchar a cientos de cardenales parloteando en italiano en mi cabeza. Y lo que oía/imaginaba era igual de pavoroso que lo que leía. ¿Es la renuncia de Benedicto una consecuencia de su pérdida de control en la Iglesia Católica? ¿Qué peso tienen en todo esto los ‘Vatileaks’ del año pasado? Recordemos que muchos de los cardenales más poderosos del Vaticano quedaron entre el escándalo y la intriga luego del destape, y la reacción de Benedicto fue bastante tibia. Todo eso debe haber generado el clima de la renuncia, pero tiene que haber algo más, algo escondido detrás de los casos de pedofilia que le estallaron en la cara. Algo que va mucho más allá de los millones de fieles que ha perdido la Iglesia, sobre todo jóvenes, por lo arcaica que se muestra con temas como la homofobia y el aborto.

¿Pero eso es suficiente para que un Papa renuncie? No por nada pasaron 600 años desde la penúltima dimisión en el Vaticano. Cuando faltan razones, hay que mirar a la economía. ¿Cuál es el peso del Instituto para las Obras de Religión (IOR), conocido como el Banco del Vaticano, en todo esto? Benedicto XVI fue incapaz de reformar dicha institución, aun después de una serie de oscuras movidas económicas asociadas con el lavado de dinero. ¿Recuerdan que en mayo del año pasado destituyeron a su presidente, Ettore Gotti Tedeschi? El IOR ya estuvo en la mira a principios de los ochenta, justo en medio del escándalo generado por la quiebra del Banco Ambrosiano de Roberto Calvi, quien se ahorcó bajo un puente de Londres.

El Vaticano rechazó cualquier responsabilidad pero admitió su ‘implicación moral’ y pagó 241 millones de dólares a los acreedores de la entidad. ¿Por qué? Hoy el IOR cuenta con 5 mil millones de euros y el 30 de diciembre del 2010 Benedicto XVI aprobó una ley para luchar contra el blanqueo de dinero. Me pregunto si eso le habrá molestado a alguno de los 33 mil titulares de depósitos que tiene el banco.

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