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Más amigos del medio ambiente

Llevar una vida amigable con el medio ambiente no exige seguir una estricta dieta vegetariana o renunciar a utilizar el carro como medio de transporte. Tan solo unos pequeños cambios en tu vida pueden reducir considerablemente el impacto en el planeta.

Por ejemplo, en las actividades cotidianas como la limpieza en casa, es preferible usar productos no tóxicos y biodegradables. Ten cuidado con las etiquetas que se jactan de ser ‘verdes’ o ‘naturales’. Es mejor escoger aquellos productos que garanticen ser ‘libres de cloro’ o ‘libres de fosfatos’.

Utiliza fertilizantes e insecticidas naturales en tu jardín; esto ayudará a que tus hijos jueguen libremente sin riesgos a alergias.

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Un buen abono para las plantas es la cáscara de huevo crudo o el café molido que acabas de usar.

Para matar insectos, puedes probar una mezcla de aceite de tomillo con clavo de olor, o un té de ajos (colocas a fuego lento varias cabezas de ajo en una olla con agua).

Si estás pensando en repintar tu casa, opta por una pintura libre de toxinas y compuestos orgánicos volátiles.

En el mercado hay productos a base de plantas vegetales, agua, soja y hasta leche. Y en cuanto al color, prefiere los claros, estos ayudan a potenciar la iluminación natural en casa y disminuir el consumo de luz.

Otra buena práctica es reutilizar el agua, por ejemplo, esa que usamos para lavar los alimentos y que puedes usarla en el jardín o en las macetas. No olvides cerrar la llave del caño cuando te laves los dientes y a la hora de lavar los platos.

Respecto a la luz eléctrica, es recomendable el uso de lámparas LED . Si bien son más caras que las fluorescentes, duran mucho más y no contaminan en su desecho.

Otros consejos: cuando imprimas o saques copias, hazlo por ambos lados de la hoja y desconecta los dispositivos portátiles (tablet, laptop) cuando dejes de usarlos, especialmente en la noche que es cuando ocurre la ‘hora punta’ del consumo de energía.

Utiliza más el correo electrónico o el teléfono fijo para comunicar algo. Esto contribuye a reducir las emisiones de CO2.

Si tus electrodomésticos tienen más de diez años de antigüedad, están haciendo más mal que bien.

Los aparatos nuevos son mejores en cuanto al consumo efectivo de energía por lo que tu refri vieja te está haciendo gastar dinero.

Ahora, procuremos que cada paso que demos sea un poco ‘más verde’; recuerda que, aunque no lo parezca, el planeta no es eterno y que solo estamos aquí de inquilinos.

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