“Pensé que todos íbamos a morir”: el fuerte testimonio de una joven maestra que logró ocultar a sus 15 pequeños alumnos en el baño durante el trágico tiroteo en la escuela de Newtown (Connecticut, noreste de Estados Unidos).
PUBLICIDAD
Luchando por contener sus sollozos, Kaitlin Roig, maestra de primer grado, relató a la cadena ABC su estresante odisea por salvar la vida de los pequeños ante la presencia en la escuela Sandy Hook del atacante que mató a tiros a 20 niños y seis adultos, y que posteriormente se habría quitado la vida.
“Les dije: ‘sepan que los amo mucho a todos’; pensé que sería lo último que escucharían, pensé que todos íbamos a morir”, declaró Roig.
Los 15 alumnos de primer grado se escondieron en un baño oscuro, mientras afuera se oía disparo tras disparo del atacante que mataba a sus compañeros y maestros.
Estaban aterrorizados, por lo que la maestra comenzó un juego para distraerlos, pese al temor de saber que tanto ella como los niños, de entre 6 y 7 años, podrían ser las próximas víctimas.
Con voz quebrada por el llanto y el dolor, Roig relató los angustiantes momentos vividos. Cuando sonaron los disparos, reunió a los niños (su clase tenía una gran ventana peligrosamente expuesta) y los ocultó en el pequeño baño.
Empujó una biblioteca a través de la puerta, le pasó llave desde el interior.
PUBLICIDAD
“Silencio”, le dijo a los niños. “Les dije que estuvieran callados. Absolutamente callados”, recordó Roig.
En ese silencio de pesadilla, Roig y los niños escucharon los estampidos en los corredores, a poca distancia de su escondite improvisado.
“Les dije que había chicos malos afuera y que debíamos esperar por los chicos buenos”, dijo Roig.
Pero algunos niños comenzaron a llorar y otros a preguntar por sus padres o a decir que querían volver a casa. Uno pidió al resto que no se preocuparan porque sabía karate y que les ayudaría a salir sanos y salvos, contó la maestra.
Roig trató de apaciguarlos y les dijo “todo va a salir bien. Muéstrenme su sonrisa”.
“En mi interior me decía… somos los próximos”, recordó con pavor Roig.
Entonces, los disparos cesaron, la policía golpeó la puerta y les dijo de salir, poniendo fin a su pesadilla.