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Quique Olivert, un bebé robado español, encontró a su madre 47 años después

“Me dijo que jamás me abandonó, que me robaron de sus brazos y que nunca supieron si estaba vivo o muerto”, dice Quique Olivert, quien ha esperado 47 años para conocer a su verdadera madre y descubrir que fue uno de los miles de bebés robados en la dictadura franquista.

“Mi madre se derrumbó en cuanto me vio, fue una situación muy emotiva. Llevaba 47 años sin ver a su hijo”, recuerda Oliver, todavía emocionado tras el reencuentro con sus padres y su hermana de 42 años.

Quique Olivert, que administra un bar en Huelva, sur de España, relata emocionado la búsqueda de sus orígenes.

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Las monjas del hospital donde nació Olivert, en 1965, en el norte de España, decidieron separarlo de sus padres porque no estaban casados.

Hoy los padres de Quique Olivert tienen 70 y 75 años.

Quique Olivert estaba lejos de imaginar que era un niño robado. Esperó a que murieran sus padres adoptivos para buscar a sus padres biológicos.

“He sido un niño muy feliz, muy querido por mis padres adoptivos”, dice este hombre alegre, que canta en un grupo de pop.

“Siempre me han dicho que era adoptado, pero yo siempre había entendido que era dentro de un marco legal”, dice durante una conversación telefónica.

Tardó dos años en poder consultar unos documentos donde figuraba el nombre de su madre y, sospechando posibles irregularidades, contactó a SOS Bebés Robados, una de las organizaciones que investigan estos casos y tratan de llevar a los responsables ante la justicia.

Esta asociación le ayudó a localizar a sus padres y a su hermana, que viven al otro lado del país, en Bilbao, en el norte, y los test de ADN confirmaron que se trataba de su familia biológica.

Por su parte, SOS Bebés Robados dio publicidad a la historia de Quique, denunciando que la justicia ha ignorado, según ella, cientos de casos similares.

Un tribunal de Huelva recientemente archivó estas denuncias considerando que habían prescrito.

Bajo el franquismo, los niños fueron robados a madres republicanas, al amparo de un decreto de 1940 que permitía ponerlos bajo tutela del régimen si se consideraba que su “educación moral” corría peligro.

En los primeros años de la democracia, el tráfico continuó, incluyendo la venta de bebés.

Pero hubo que esperar a principios de 2011 para que surgieran los primeros testimonios, para que se destapara el escándalo de los bebés robados.

Según las asociaciones, ya en el mes de abril, se habían presentado unas 1.500 denuncias en toda España. Una de las organizaciones, Anadir, cree que unos 300.000 bebés pudieron haber sido robados durante la dictadura de Franco (1939-1975) y hasta los años 80, ya que hasta 1987 no hubo una ley que enmarcara las adopciones.

Una primera etapa judicial dentro de este escándalo se cumplió en abril pasado cuando Sor María, una religiosa de 80 años, declaró ante un juez de Madrid, convirtiéndose en la primera persona acusada por un caso de bebé robado.

La religiosa declaró en el marco de la investigación sobre el robo de una recién nacida en un hospital de Madrid en 1982.

El ministro conservador de Justicia, Alberto Ruíz-Gallardón, reconoció entonces este “drama terrible”, anunciando la creación de una base de datos para permitir a las familias cruzar sus informaciones y la designación de un fiscal especial para coordinar los trabajos de la justicia.

Quique ha decidido, por su parte, ayudar a los demás. Desde que volvió a reencontrarse con sus familiares, ha conocido a otras familias. “Me decían que yo era una ventana a la esperanza, que mi caso abre una vía para poder seguir luchando”.

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