Washington estaba conmocionado este sábado luego de la dimisión del jefe de la CIA, David Petraeus, tras un affaire extraconyugal que puso fin a la brillante carrera del héroe de la guerra en Irak, tres días después de la reelección de Barack Obama a la presidencia.
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Obama aceptó la dimisión durante una conversación telefónica el viernes, pocos días antes de la audiencia prevista de Petraeus la semana próxima en el Congreso sobre el presunto fallo de la CIA en proteger el consulado estadounidense en Bengasi, Libia.
“Después de estar casado durante más de 37 años, cometí un error grave al involucrarme en una aventura extramatrimonial. Este tipo de comportamiento es inaceptable como esposo y también como líder de una organización como la nuestra”, dijo Petraeus en un mensaje al personal de la agencia de inteligencia estadounidense, tras haber presentado su renuncia a la Casa Blanca “por razones personales”.
En un comunicado, el mandatario estadounidense elogió el trabajo del hasta ahora director de la CIA. “David Petraeus hizo un extraordinario trabajo para Estados Unidos durante décadas” e “hizo al país más seguro y más fuerte”, afirmó.
Obama además halagó “su rigor intelectual, su dedicación y su patriotismo”, al tiempo que reafirmó su confianza en que la CIA “seguirá creciendo y cumpliendo su importante misión”.
El presidente no sospechaba que su jefe de inteligencia estaba a punto de renunciar hasta que se reunió con Petraeus el jueves. En un primer momento, el mandatario rehusó aceptar su dimisión diciéndole que lo iba a considerar hasta el viernes, según The New York Times.
Sin embargo, de acuerdo con el diario, el mandatario había posteriormente llegado a la conclusión de que no podía forzar a Petraeus a quedarse.
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Con solo 60 años, el general que se retiró del ejército para tomar las riendas de la agencia habrá pasado finalmente más de un año en el cargo de director.
La renuncia llega cuando Petraeus debía enfrentar un duro interrogatorio a puertas cerradas en el Congreso la próxima semana sobre su respuesta a un ataque el 11 de septiembre en un consulado de Estados Unidos en Bengasi, en el que murieron el embajador estadounidense en Libia y otros tres estadounidenses.
Será Michael Morell, número dos de la agencia de inteligencia, quien le remplazará interinamente.
Ni Petraeus, ni la CIA explicaron con precisión por qué él consideró que tenía que dimitir a causa de esta relación extraconyugal, y si su vínculo constituía un problema puramente personal o un asunto de seguridad que podría afectar su trabajo en la CIA.
Conocedor del manejo político de Washington
La identidad de la persona con la que Petraeus mantuvo la relación no fue revelada. Pero según la cadena de televisión NBC y otros medios estadounidenses, el FBI estaba investigando a su biógrafa Paula Broadwell, supuestamente por haber intentado acceder a sus correos electrónicos, con informaciones secretas, cuando él estaba al mando de la coalición internacional en Afganistán.
Consultados por la AFP, el FBI y el departamento de Justicia, del que depende la CIA, no estuvieron disponibles para hacer comentarios.
Con respecto al próximo director permanente, se especula que el cargo sea para John Brennan, el asesor de la Casa Blanca contra el terrorismo y un veterano de la CIA que ha jugado un importante papel en la guerra con aviones no tripulados (drones) que dirige Obama contra los militantes de Al Qaida.
Es “un hombre con experiencia que cuenta con la confianza del presidente”, y cuyo nombre surgió en el pasado para ocupar el cargo, dijo en una entrevista a la AFP Bruce Riedel, exjefe de la CIA, y actualmente analista del Brookings Institute.
Para James Clapper, número uno de la Dirección Nacional de Inteligencia (DNI), “la decisión de David de renunciar representa la pérdida de uno de los funcionarios más respetados del país”. La DNI supervisa las 16 agencias de inteligencia del país, incluyendo la CIA.
Petraeus fue recibido en Langley, donde se encuentra la sede de la CIA, como héroe de la guerra en Irak y como comandante de la coalición internacional en Afganistán.
Conocedor del manejo político de Washington, era popular y mediático. Su nominación fue percibida como una consecuencia natural de la fusión, los últimos años, de las misiones tradicionalmente llevadas a cabo por fuerzas especiales junto con misiones clandestinas asignadas por la CIA.
Dado que varios observadores le atribuían una ambición política que él desmentía su nominación a la cabeza de la CIA era también para la Casa Blanca una manera de silenciarle.
Si bien pasó un año a su cargo, Petraeus ha “comenzado a experimentar la agencia en un mundo post 11 de septiembre” continuando su misión antiterrorista pero volviendo a sus misiones tradicionales, según Riedel.