Un ambiente de mucha tensión predomina en el departamento de San Marcos -el más afectado por el terremoto que remeció Guatemala el miércoles pasado-, en las primeras 48 horas posteriores al terrible sismo.
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Las cuadrillas municipales laboran desde los primeros rayos de sol en la limpieza de las calles, donde aún se ven los escombros de las casas de adobe que sucumbieron al capricho de la naturaleza.
Al ver a los medios de comunicación, algunos vecinos se acercan para pedir que la CONRED (Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres) inspeccione sus casas. Buscan estar seguros de que pueden volver a ellas.
Sin embargo, hasta el mediodía de ayer, el personal de esa institución no se había presentado. S*an Marcos es el epicentro de la tragedia: 39 personas perdieron la vida y se teme que esta cifra se incremente en las próximas horas.*
Otra dificultad que enfrentan los marquenses es el racionamiento de agua potable. Como si fuera poco, hay varios lugares que siguen sin energía eléctrica. En las zonas más afectadas las calles están cerradas al tránsito vehicular por los escombros.
La severidad del terremoto también golpeó a la principal entidad de salud pública: el hospital de San Marcos tiene daños de importancia y los aparatos médicos están destruidos.
Para paliar la situación, los médicos han improvisado un centro de atención en el estacionamiento. Ahí solo atienden casos muy graves.
Según la CONRED, ya se reportaron 52 muertos, 22 desaparecidos y más de 17 mil personas damnificadas. Por eso, el presidente guatemalteco Otto Pérez declaró el estado de calamidad en San Marcos.