Desde hace unos días, y casi siempre durante las noches, un pensamiento me salva del agobio cotidiano. Es casi como un rapto de nostalgia, como cuando de niño uno recordaba al juguete olvidado en el paseo familiar y lo imaginaba ahí tirado, solo, sobre la hierba mojada, en una misma posición para siempre. Algo así me ocurre ahora, solo que esta vez el juguete es un robot parecido a Wall-E, aunque del tamaño de un Tico, que rueda sobre una rojiza superficie a 248 millones de kilómetros de la Tierra. Su nombre es Mars Science Laboratory, pero todos preferimos decirle Curiosity.
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Curiosity viajó durante 8 meses y 11 días por el espacio hasta que aterrizó en el cráter Cale de Marte el lunes 6 de agosto de la semana pasada. Como todos los astromóviles, deberá soportar duras pruebas durante una misión que durará casi dos años. En ese tiempo, el rover deberá cumplir con cuatro objetivos: concluir si existió vida en Marte, descifrar el clima del planeta rojo, definir su geología y prepararnos para la exploración humana. Curiosity no es el primer colono en tierras marcianas, pero es el más preparado para sorprendernos.
Nuestro romance con el cuarto planeta es largo e incluye a la soviética Marsnik 1, la primera sonda que pasó a 193.000 km de Marte en junio de 1963 y que nunca consiguió enviar información. A Mars Pathfinder, que aterrizó el 4 de julio de 1997 y fue el primer robot en pasearse por el planeta. A Spirit y Opportunity, dos robots que aterrizaron en zonas opuestas y analizaron la superficie de Marte en busca de agua. Marte siempre ha sido nuestro planeta favorito, ese en el que habitaban los extraterrestres de los cómics de nuestra infancia y al que suelen mandarnos metafóricamente siempre que estamos distraídos o un poco locos.
Las crónicas marcianas han empezado a llegar otra vez y generan vértigo, asombro y, claro, curiosidad. Una fotografía enrojecida de un paisaje parecido a las zonas áridas de Pachacámac nos muestra tres puntos diminutos y luminosos a lo lejos. Nuestro planeta es el de más arriba. La revista Time ha dedicado su última portada a Curiosity y su misión, y la ha titulado ‘MARTE, lo que podemos aprender de un robot a 248 millones de kilómetros de distancia’. Si Curiosity llegara a concluir que existió vida en Marte y que es posible que aún pueda existir, entonces ¿qué tan disparatado es imaginar la primera colonia humana en ese planeta? Por ahora, solo nos queda esperar nuevos despachos. Mientras tanto solo podremos mirar hacia arriba de rato en rato y desearle suerte a ese solitario robot que no deja de moverse mientras tú y yo dormimos.