El otro día, Ryan Germick y sus colegas se reunieron bajo el sol de California para fantasear sobre temas en los que nunca habían trabajado. ‘La suciedad’, dijo uno, y los otros acordaron que deberían intentar algo con ese tema.
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Germick y sus amigos trabajan en Google. De hecho, la labor de estos artistas es lo que la mayoría de gente asocia con Google. Ellos forman parte del equipo de elaboración de los doodles de Google, son los artistas que diseñan las imágenes alrededor de la caja de búsqueda. ‘Los doodles son una forma de humanizar a Google’, dice Germick, ilustrador estadounidense de 31 años. ‘Y es una manera de sorprender a las personas cuando visitan la página de inicio’. El primer doodle apareció en el Día de la Toma de la Bastilla, el 14 de julio del 2000.
Aunque el lema de Google es ‘no hacer el mal’, los doodles no solo existen para satisfacer la estética de los usuarios. De acuerdo con un estimado, los doodles agregan 15% de valor a la marca Google.
Un doodle usualmente genera una sesión de lluvia de ideas. Los miembros del equipo de Germick, seis ex artistas (ilustradores de libros de niños y diseñadores gráficos), desarrollan ideas de manera individual y luego las evalúan de manera colectiva. ¿De dónde saca la inspiración Germick? ‘Leo Popeye, y ahora estoy leyendo un libro de cuentos de hadas ilustrados y un libro sobre afiches publicitarios’, explica. ‘Leo muchos cómics. ¡Las librerías de San Francisco son una gran fuente!’.
Otros empleados de Google también sugieren temas, así como los propios usuarios. ‘Tratamos de encontrar un ángulo inesperado’, explica Germick. ‘Digamos que queremos hacer un doodle de Johann Sebastian Bach. Investigamos qué libros y artistas le gustaban’. El doodle de Charlie Chaplin que hizo Germick terminó siendo un cortometraje.
Aunque ahora Google vende sus doodles (incluso en lienzos), es probable que no terminen colgados en museos prestigiosos. ‘Sé que los doodles son una cosa temporal’, dice Germick. ‘Solo queremos hacer feliz a la gente. Es como poner un centavo en los bolsillos de un millón de personas’.
